Después que
Odiseo, procedente de Troya, y de regreso a Ítaca, perdió todas sus naves salvo la suya propia, se dirigió a la isla de Ea, en Italia, donde vivía
Circe. Era hija de
Helio y Perseis, hermana del rey de Cólquide, donde se hallaba el vellocino de oro, y por lo tanto tía de Medea. También era hermana de Pasífae, la esposa de
Minos que dio a luz al Minotauro. Circe era una maga que no sentía gran aprecio por la humanidad.
Odiseo
desembarcó y encontró que Ea tenía muchos robles y otros árboles de distinta clase. Envió a
Euríloco con la mitad de sus compañeros a reconocer el terreno. En el camino
encontraron leones y lobos, que sin embargo no los atacaron sino, por el contrario, se
portaron con ellos como perros mansos que se sientan y aceptan las caricias de
las personas. Continuaron y llegaron a un gran palacio
donde Circe estaba cantando y tejiendo. Los recibió amablemente y los invitó a
comer. Trajeron las viandas y el vino. La comida estaba hecha sobre la base de queso, cebada y miel, y los hombros se sentaron a la mesa. Sólo Euríloco se quedó fuera, observando
lo que sucedía en el palacio, temeroso de alguna treta. Efectivamente la comida estaba drogada
y después de que los hombres comieran un poco, Circe fue recorriendo la mesa
con una varita y a medida que tocaba a cada quien con ella lo convertía en un
animal que reflejaba en un sentido profundo su naturaleza. Cerdos, leones, perros. Euríloco fue
llorando a contarle a su jefe lo sucedido. Odiseo no sabía qué hacer. Iba de aquí para allá preguntándose cómo haría para liberar a sus hombres y devolverles su forma
originaria, cuando se le apareció el dios Hermes, que después de saludarlo le ofreció
una flor aromática de color blanco y raíz negra llamada moly, planta que
sólo conocían los dioses, y que era un antídoto contra la magia de Circe. Odiseo
agradeció el regalo y marchó al palacio. Circe lo recibió amablemente y le ofreció de beber. El bebió, pero antes puso un poco de moly en la copa. Circe hizo
igual que antes. Se acercó a Odiseo, lo tocó con su varita y le ordenó que se
fuera a reunir con sus compañeros. Pero la magia
no le hizo efecto. Odiseo se levantó con la espada desenvainada y Circe le imploró perdón llorando y le prometió que si la perdonaba lo haría su esposo
convirtiéndolo así en el señor de la isla.
Odiseo le hizo jurar entonces que no trataría de
hacerle mal por ningún medio, porque sabía que las hechiceras podían destruir a sus amantes
extrayéndoles secretamente la sangre. Después de un baño caliente y de una
verdadera comida, que sirvió una criada anciana, Circe lo invitó a su cama,
pero Odiseo puso como condición que antes devolviera su forma no sólo a sus
compañeros, sino a todos los desdichados que vagaban por la isla y habían sido
víctimas de su magia, lo que Circe le concedió. Odiseo se quedó entonces en Ea,
con Circe, por voluntad propia. Se quedó según unos un mes, según otros un año, y Circe le dio tres hijos: Agrio, Latino y Telégono.
Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana
Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana
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