Guarda griega

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miércoles, 29 de enero de 2014

Orión, un héroe griego venido a menos

Según Robin Hard, Orión en épocas arcaicas fue un héroe de primer orden, pero con el tiempo su mito decayó y fue ampliamente superado en fama e importancia por héroes como Perseo y Heracles.

Existen al menos dos versiones de su nacimiento. Según una nació en Creta, hijo de Poseidón y Euríale, que era hija de Minos. De su padre recibió el don de poder caminar sobre la superficie del mar.

Según la otra versión, nació de la tierra. Hirieo un pobre apicultor y labrador viudo, que ya estaba viejo e impotente, y no tenía hijos, una vez recibió en su casa a Zeus y Hermes, que fueron disfrazados, y los atendió muy bien. Ellos quisieron agradecer su hospitalidad y le preguntaron cuál era el deseo que le hubiera gustado más que se cumpliese. Hirieo dijo que su mayor deseo era tener un hijo. Entonces los dioses le recomenaron que sacrificara un toro, orinara en su cuero y luego lo enterrara en la tumba de su esposa. Al cabo de nueve meses un niño brotó de la tierra. Hirieo lo llamó Urión, palabra que según Robin Hard derivaría del verbo griego que aludía tanto a la acción de eyacular como a la de orinar, y según Robert Graves quiere decir "el que orina". Aunque sería más razonable que quisiera decir "el orinado". Luego, por delicadeza, le hicieron un pequeño cambio a su nombre.

Orión era un gigante. Homero dice que fue el más hermoso de los mortales. También era un gran cazador. Se casó con Side, que estaba tan orgullosa de su hermosura que dijo ser más hermosa que Hera. La diosa castigó su vanidad enviándola aún joven al mundo de los muertos; una forma de decir que la mató.

El siguiente episodio importante de la historia de Orión se desarrolló en la isla de Quíos. A Quíos había llegado Enopión, hijo de Dionisio y Ariadna, procedente de Naxos, y se había convertido en su rey. Quíos era famosa por su vino y se decía que Enopión había introducido en ella la vinicultura, e incluso que en esa isla habían sido los primeros en producir vino tinto, habiendo sido su maestro el propio Dionisio. Orión llegó a Quíos y se enamoró de Mérope, hija del rey Enopión y por lo tanto nieta de Dionisio.  Enopión puso como condición para darle su mano, que Orión limpiara el lugar de las bestias salvajes que amenazaban a los pobladores. Entonces Orión recurrió a sus dotes de cazador. Todas las noches le llevaba a Mérope las pieles de los animales que mataba. Cuando la isla quedó libre de la amenaza, Orión reclamó el pago por sus trabajos, pero Enopión recurrió a ciertos rumores para no cumplir su promesa. Dijo que había recibido informes de que todavía había leones y lobos en algunos lugares. Según parece Enopión no quería que Mérope se casara con Orión porque él mismo estaba enamorado de su hija. Orión se disgustó mucho por eso y bebió un pellejo de vino. Y embriagado entró al dormitorio de Mérope y la violó. Al enterarse de eso Enopión embriagó a Orión, le arrancó los ojos y lo abandonó en la playa. Un oráculo le dijo a Orión que recuperaría los ojos si viajaba hacia el este y miraba al sol en el punto exacto en que se levanta todas las mañanas. Entonces Orión consiguió una pequeña embarcación y remó hacia la isla de Lemnos, donde tiene su taller Hefesto. Para llegar hasta allí se orientó por el ruido de los golpes del martillo de un cíclope.

Según otra versión, Orión no viajó hacia la isla de Lemnos en barco, sino que lo hizo caminando, haciendo uso del poder que le había otorgado su padre Poseidón. Aquí Orión vagó desesperado y a ciegas por el mar Egeo. En Lemnos encontró al taller de Hefesto. El dios, compadecido de Orión, le facilitó a su asistente Cedalión como guía. Orión lo cargó sobre sus hombros y fue caminando por el mar, llevando a Cedalión que lo orientaba, a cuestas. Así llegaron al punto donde sale el sol, Orión miró sus rayos en el momento en que iniciaba su viaje por el cielo y recuperó sus ojos, y volvió a ver. Orión volvió entonces a Quíos para vengarse de Enopión, pero no lo halló porque este se había escondido en una cámara subterránea que le había construido su pueblo o Hefesto para protegerlo de las amenazas.

A continuación Orión fue raptado por Eos, la aurora, hermana de Helio, enamorada de él. Se lo llevó a la isla de Delos y yació con él.

A Orión lo mató Ártemis, pero no hay consenso sobre la forma y las circunstancias. Según una versión por haber tratado de violar a Opis, una de sus sacerdotisas vírgenes.  O porque los dioses rechazaban las relaciones sexuales entre diosas y hombres mortales. Según otra versión Orión trató de violar a la propia Ártemis, que se defendió enviando contra él un escorpión que lo picó en el talón. En recompensa a sus servicios, Ártemis colocó al escorpión en los cielos. Es la constelación de Cáncer, que persigue eternamente a la constelación de Orión.

En una de las tantas versiones sobre la muerte de Orión, el escorpión es un animal gigante e invulnerable que Gea, la madre tierra, envia contra él, al que no pueden hacer daño las flechas ni la espada de Orión, quien después de atacarlo inútilmente debe huir por el mar.

 Ilustración: "Orión, el cazador, en el cielo". Acrílico en papel de 50 x 35 centímetros. Por Omar Caíno.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega


martes, 28 de enero de 2014

Tereo, Procne y Filomela; mutilación, crímenes y filicidio

Pandión, rey de Atenas, tenía dos hijas: Procne y Filomela. Durante la guerra contra Tebas por una disputa territorial venció a su enemigo con la ayuda de Tereo, rey de Tracia. Para demostrarle su agradecimiento Pandión le ofreció a Tereo a su hija Procne en matrimonio. Tereo se casó con ella y tuvieron un hijo llamado Ictis. Pero al año Tereo se enamoró de Filomela, que tenía una bellísima voz, entonces recluyó a Procne en una cabaña fuera del palacio e informó a Pandión que Procne había fallecido. Pandión, entristecido por la noticia, le ofreció generosamente a Filomela para que ocupara el lugar de su hermana. La envió con una escolta a Dáulide, donde se celebraría la boda. Probablemente para que los escoltas no descubrieran el engaño, Tereo los mató, obligó a Filomela a acostarse con él y la llevó al palacio para casarse con ella. Como precaución para evitar que Procne pudiera contar la verdad, le cortó la lengua y la recluyó en el alojamiento de las esclavas, sin que Filomela sospechara nada. Precisamente para enterarla,  en su reclusión, en el vestido de novia de la recién llegada Procne bordó la frase: "Procne está entre las esclavas". Por entonces Tereo había consultado a un oráculo que le había dicho que su hijo Ictis iba a morir a manos de un pariente. Tereo desconfió que su hermano Driante tramase un plan contra él para quitarle el trono y lo asesinó a traición con un hacha. Ese mismo día Filomela fue donde vivían las esclavas, encontró una habitación con la puerta cerrada con candado, la rompió y pudo reunirse con Procne. Las dos hermanas se abrazaron y lloraron mucho. Procne no podía hablar y corría en círculos en la habitación. Filomela le dijo que debían vengarse de Tereo, que a ella le había dicho que Procne había muerto y la había seducido. Procne no pudo contestarle, pero abandonó el alojamiento, fue a buscar a su hijo, lo mató, lo destripó, y lo hirvió en un caldero de cobre con algunos ingredientes. Se lo sirvió a Tereo de almuerzo. Luego las dos hermanas huyeron. Cuando  Tereo se dio cuenta de lo que había comido, fue a buscar el hacha con que había matado a Driante y las persiguió. Les dio alcance, y cuando estaba a punto de matarlas a ambas,  las hijas de Pandión pidieron ayuda a los dioses, que se apiadaron de ellas y transformaron a los tres en pájaros. A Filomela, la de la voz hermosa, en ruiseñor, a Procne, que había perdido la lengua, en golondrina, y a Tereo en abubilla, pariente del martín pescador.
Pero otros dicen que Tereo fue transformado en halcón.

Fuente: Robert Graves, Los mitos griegos



lunes, 27 de enero de 2014

Deucalión, Pirra y diluvio según los antiguos griegos

Cuando Zeus decidió destruir a la humanidad por considerarla una especie viciosa y malvada, envió un diluvio que cubrió la tierra. Sólo protegió a dos personas justas, a Deucalión, rey de Ptía, hijo de Prometeo y de Clímene, y a Pirra, hija de Epimeteo y Pandora.  Deucalión y Pirra, aparte de ser marido y mujer eran primos. Deucalión fue a visitar a su padre Prometeo, que se hallaba encadenado en el Cáucaso, y este le aconsejó que construyese un arca, o sea un gran cofre donde él y Pirra pudieran preservarse del cataclismo. La construyeron y aprovisionaron bien. Según una versión  en un primer momento Zeus había planeado destruir la humanidad arrojando rayos a todas partes, pero temió que el fuego llegara al cielo. Cuando empezó a llover, los ríos crecieron, alimentaron el mar que subió de nivel y sumergió casi toda la tierra, salvo los picos de unas pocas montañas. Durante nueve días y nueve noches Deucalión y Pirra flotaron en el arca, a la deriva. Cuentan que en ese tiempo los delfines recorrían los bosques sumergidos y que los pájaros, no teniendo donde posarse, caían al agua extenuados y se ahogaban. Deucalión supo que el dilivio había terminado y las aguas retrocedían gracias a una paloma que soltó. El arca fue a parar al monte Parnaso, y cuando las aguas lo permitieron sus dos ocupantes volvieron a tierra.  Ofrecieron un sacrificio a Zeus, y Zeus les envió a Hermes para anunciarles que podían pedirle un deseo, que les sería concedido. Deucalión pidió tener otra vez compañeros. Hermes les hizo saber que para realizar ese deseo debían arrojar los huesos de su madre por encima de sus hombros. Tanto la madre de Deucalión como la de Pirra ya habían fallecido. A Pirra le pareció un sacrilegio eso que le decían, pero Deucalión comprendió que por "huesos de su madre" Hermes quería significar piedras, porque la tierra es la gran madre de todos y las piedras son sus huesos. Entonces fueron a buscar piedras a la orilla del río e hicieron como se les había dicho. Las piedras que arrojó Deucalión se convirtieron en hombres y las que arrojó Pirra en mujeres.

Sin embargo, aparte de Deucalión y Pirra, hubo otros que sobrevivieron el diluvio, refugiándose en los picos de algunas montañas. Por ese motivo la renovación de la humanidad fracasó y se repitieron las abominaciones que Zeus había condenado.

Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Griman: Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega



domingo, 26 de enero de 2014

Minos, Dédalo, el Minotauro y el laberinto de Creta

Minos fue hijo de Zeus y de Europa. Tuvo dos hermanos: Radamantis y Sarpedón. Cuando murió su padre adoptivo, que era rey de Creta, les dijo a sus hermanos que iba a gobernar toda la isla. Sus hermanos cuestionaron su decisión entonces Minos les contestó que era voluntad de los dioses que así fuera. Para demostrárselos, después de ofrecerle un sacrificio a Poseidón, pidió que saliera del mar un toro, que prometió sacrificar también al dios. Inmediatamente salió del mar un hermoso toro blanco, tan hermoso que Minos prefirió no sacrificarlo, para conservar la raza. En su lugar sacrificó a otro. Ese prodigio bastó para convencer a sus hermanos que era él quien debía reinar. Minos se casó con Pasífae, hija de Helio y de la ninfa Creta, y tuvo con ella varios hijos. Pero Poseidón, para castigarlo por no haber cumplido su promesa, inspiró en Pasífae un fuerte deseo erótico por el toro salido del mar. En aquel entonces vivía en Creta el célebre artesano e inventor Dédalo, que entretenía a la familia de Minos con unas muñecas animadas hechas de madera. Pasífae le confió a Dédalo su deseo y este decidió ayudarla. Fabricó una vaca de madera con ruedas en las pezuñas, a la que cubrió con un cuero. El aparato tenía puertas para entrar en él. Lo colocaron donde el toro habitualmente pastaba. Pasífae se metió allí y esperó. El toro se le acercó y se montó en la vaca de madera, brindándole a la escondida Pasífae lo que tanto quería. De esa unión nació una criatura monstruosa, con cabeza y cola de toro, y cuerpo de hombre, conocida como Minotauro (toro de Minos), y cuyo verdadero nombre era Asterio o Asterión (hay un cuento de Borges). Al saberlo, Minos se sintió asustado y avergonzado, y quiso que nadie conociera aquel asunto para evitar el escándalo. Consultó a un oráculo  que le aconsejó que le pidiera a Dédalo que construyera un lugar en Cnosos del que el Minotauro no pudiera salir ni donde nadie pudiera encontrarlo. Así Dédalo construyó el palacio llamado Laberinto, que era tan inmenso y tan intrincado, debido a la multitud de corredores y estancias dispuestas de una forma engañosa y complicada, que sólo Dédalo podía salir de él. Era en ese palacio que cada año (aunque algunos dicen que cada tres y otros incluso que cada nueve años) entregaban al monstruo a siete muchachos y a siete chicas que Atenas enviaba a Creta en calidad de tributo.  

 Europa raptada por Zeus, convertido en toro. La lleva atravesando el mar a Creta donde se une a ella y engendrarán a Minos. Autor de la ilustración: Omar Caíno

Fuente: 
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega



sábado, 25 de enero de 2014

Altámenes y los toros de bronce

Altámenes, hijo de Catreo, abandonó su Creta natal y se fue a vivir a la isla de Rodas. Subió al monto Atabirion, que es la elevación más alta de Rodas, y miró desde allí las islas cercanas, en particular a Creta. Pensó en los dioses y decidió levantar un altar a Zeus, que rodeó de toros de bronce. Cuando un peligro amenazaba Rodas, los toros de bronce bramaban con fuerza.

Fuente: 
Robert Graves: Los mitos griegos
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega


Odiseo y Circe, la maga

Después que Odiseo, procedente de Troya, y de regreso a Ítaca, perdió todas sus naves salvo la suya propia, se dirigió a la isla de Ea, en Italia, donde vivía Circe. Era hija de Helio y Perseis, hermana del rey de Cólquide, donde se hallaba el vellocino de oro, y por lo tanto tía de Medea. También era hermana de Pasífae, la esposa de Minos que dio a luz al Minotauro. Circe era una maga que no sentía gran aprecio por la humanidad. 


Odiseo desembarcó y encontró que Ea tenía muchos robles y otros árboles de distinta clase. Envió a Euríloco con la mitad de sus compañeros a reconocer el terreno. En el camino encontraron leones y lobos, que sin embargo no los atacaron sino, por el contrario, se portaron con ellos como perros mansos que se sientan y aceptan las caricias de las personas. Continuaron y llegaron a un gran palacio donde Circe estaba cantando y tejiendo. Los recibió amablemente y los invitó a comer. Trajeron las viandas y el vino. La comida estaba hecha sobre la base de queso, cebada y miel, y los hombros se sentaron a la mesa. Sólo Euríloco se quedó fuera, observando lo que sucedía en el palacio, temeroso de alguna treta. Efectivamente la comida estaba drogada y después de que los hombres comieran un poco, Circe fue recorriendo la mesa con una varita y a medida que tocaba a cada quien con ella lo convertía en un animal que reflejaba en un sentido profundo su naturaleza. Cerdos, leones, perros. Euríloco fue llorando a contarle a su jefe lo sucedido. Odiseo no sabía qué hacer. Iba de aquí para allá preguntándose cómo haría para liberar a sus hombres y devolverles su forma originaria, cuando se le apareció el dios Hermes, que después de saludarlo le ofreció una flor aromática de color blanco y raíz negra llamada moly, planta que sólo conocían los dioses, y que era un antídoto contra la magia de Circe. Odiseo agradeció el regalo y marchó al palacio. Circe lo recibió amablemente y le ofreció de beber. El bebió, pero antes puso un poco de moly en la copa. Circe hizo igual que antes. Se acercó a Odiseo, lo tocó con su varita y le ordenó que se fuera a reunir con sus compañeros. Pero la magia no le hizo efecto. Odiseo se levantó con la espada desenvainada y Circe le imploró perdón llorando y le prometió que si la perdonaba lo haría su esposo convirtiéndolo así en el señor de la isla.  Odiseo le hizo jurar entonces que no trataría de hacerle mal por ningún medio, porque sabía que las hechiceras podían destruir a sus amantes extrayéndoles secretamente la sangre. Después de un baño caliente y de una verdadera comida, que sirvió una criada anciana, Circe lo invitó a su cama, pero Odiseo puso como condición que antes devolviera su forma no sólo a sus compañeros, sino a todos los desdichados que vagaban por la isla y habían sido víctimas de su magia, lo que Circe le concedió. Odiseo se quedó entonces en Ea, con Circe, por voluntad propia. Se quedó según unos un mes, según otros un año, y Circe le dio tres hijos: Agrio, Latino y Telégono.

Fuentes: 
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana



domingo, 19 de enero de 2014

El castigo de las criadas desleales de Odiseo

Odiseo volvió a Ítaca de Troya después de diez años y mató a todos los pretendientes de Penélope, su esposa, que eran 108 y lo estaban arruinando, viviendo a sus costillas, con sus festines y sus despilfarros, y  que querían reemplazarlo en el trono y también matar a su hijo Telémaco. Asimismo mató a Melanteo, un hombre que cuidaba cabras, porque durante la pelea contra los pretendientes se había puesto del lado de ellos y les llevaba armas. Cuando terminó la carnicería, Odiseo le preguntó a Euriclea, su vieja y fiel nodriza, que había encerrado a las mujeres del palacio en sus alojamientos antes de empezar la pelea, qué criadas le habían sido desleales. Euriclea le dijo que sólo doce. Odiseo entonces las llamó, ordenó que retirasen los cadáveres y limpiaran con esponja y agua la sangre derramada. Y cuando terminaron su trabajo las hizo poner en fila  y las colgó de una soga. Las criadas desleales patalearon un poco y murieron rápido. Odiseo no es peor por ese último acto de castigo desmedido en los textos antiguos.

Fuente:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana


sábado, 18 de enero de 2014

Demofonte y el cofre de Filis

Demofonte era hijo de Teseo. Con su hermano Acamante gorbernó Atenas hasta que fueron expulsados por los hermanos de Helena de Esparta. Participó en la guerra de Troya también con su hermano para rescatar a su abuela Etra, madre de Teseo, que era esclava de Helena. Demofonte y Acamante estuvieron dentro del caballo de madera cuando los troyanos lo introdujeron en la ciudad.


De regreso a Atenas pasó por Tracia. Allí Filis, la hija de Sitón, rey de Anfípolis, se enamoró de él. Demofonte se casó con ella y el padre como dote lo nombró su sucesor en el trono. Con el tiempo se convirtió en rey. Y en algún momento Demofonte quiso viajar a Atenas. Le dijo a Filis que quería ver a su madre, que hacía once años había no veía. Filis no quería que se fuera. Le suplicó que se quedase. Le recordó que como rey estaba obligado a no ausentarse más allá de unos cuantos meses. Demofonte le prometió que regresaría antes de un año, pero Filis presentía que no le decía la verdad. El día de su partida lo acompañó al puerto y le entregó un pequeño cofre con objetos consagrados a Rea, la madre de Zeus. Le dijo: "Ábrelo sólo cuando hayas perdido toda esperanza de regresar a mí." Demofonte le mintió. No tenía intención de ir a Atenas. En cuando se alejó de la costa puso proa hacia Chipre, donde se quedó a vivir. Al cumplirse el año de su ausencia, Filis lo maldijo en nombre de Rea, tomó un veneno y murió. En ese preciso momento Demofonte sintió curiosidad por saber qué había en el cofre, lo abrió, y encontró una cosa tan terrible, tan espantosa (no se sabe qué era) que enloqueció, montó su caballo y escapó al galope. Iba tan enloquecido que golpeaba con el plano de la espada la cabeza de su caballo, que finalmente se derrumbó. A Demofonte se le soltó la espada de la mano, que fue a clavarse en tierra con la punta hacia arriba, él salió impulsado por encima del cuello de su caballo, se clavó su propia espada y murió. 

Fuente:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana



viernes, 17 de enero de 2014

La indescriptible tristeza de Hécuba

Hécuba fue la segunda mujer de Príamo, rey de Troya. Después que los griegos mataran a su marido y a muchos de sus hijos: Héctor, Paris, Deífobo, Polites, Polidoro, después que sacrificaron a su hija Políxena y se llevaran a su hija Casandra, y de que destruyeran su ciudad, fue dada como esclava a Odiseo, que se la llevó con él a Tracia. Como no soportaron las maldiciones, los insultos y los discursos y quejas en contra de los griegos, por su brutalidad y arbitrariedades, la mataron. Dicen que su alma adoptó la forma de unas de las horribles perras negras que siguen a la diosa Hécate, que preside la magia y los hechizos, y que nadó hasta el Helesponto, cerca de Troya. Esa es la razón por la que al lugar donde se halla sepultada lo llaman "La tumba de la perra negra".

Se cuenta también que después de que su hija Políxena fue sacrificada para cumplir la voluntad de Aquiles, que la había amado, Hécuba encontró el cadáver de su hijo Polidoro en la orilla del mar. La crianza de Polidoro había sido confiada al rey del Quersoneso tracio Polimestor, marido de Ilíone. Ilíone era hermana de Hécuba, y Príamo y Hécuba habían mandado a su hijo allí por seguridad. Cuando Hécuba encontró el cadáver de Polidoro en la orilla supo, o lo averiguó después, que Polimestor había faltado a su obligación y lo había matado para quedarse con el oro que Príamo le había dado para costear la crianza. Entonces simulando ignorar ese asesinato, Hécuba llamó a Polimestor para confiarle el lugar secreto de las ruinas de Troya donde se encontraba un tesoro, que los griegos aún no habían encontrado. Cuando Polimestor se le acercó con sus dos hijos, Hécuba mató a los niños con una daga que sacó de su pecho, y a Polimestor le sacó los ojos (en otra versión son las cautivas troyanas quienes matan los hijos de Polimestor). Agamenón perdonó el triple crimen en consideración a los padecimientos de Hécuba, pero los nobles tracios la atacaron con flechas y piedras. Pero Hécuba se transformó en una perra negra llamada Mera, y empezó a correr para aquí y para allá aullando tan tristemente, que los nobles se retiraron confusos.


Según otra versión, después que Hécuba le sacó los ojos a Polimestor, los griegos la lapidaron, pero cuando fueron a buscar el cadáver, debajo del montón de piedra no encontraron al cuerpo sin vida de una mujer anciana, sino el de una perra con ojos de fuego. 

Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana





jueves, 16 de enero de 2014

La belleza de Helena, hija de Zeus

Helena, hija de Zeus y de Leda, motivo de la guerra de Troya, según se dice la mujer más hermosa del mundo de aquellos años, tuvo cuatro maridos. Teseo, que la raptó aún niña y no se sabe si se acostó con ella, Menelao, que se convertiría gracias a ese casamiento en el rey de Esparta, Paris, hijo del rey de Troya, que en ausencia de Menelao se la llevó a su ciudad, y Deífobo, hijo de Príamo, que se casó con ella a la muerte de Paris. Para que luego, con la caída y destrucción de Troya, Helena regresara con Menelao.

Se dice que cuando los griegos tomaron Troya, muerto ya Paris, cuando el marido troyano de Helena era Deífobo, ella sustrajo todas las armas que había en la casa para que no se pudiera defender, y Menelao, después de matarlo, levantó su espada contra ella, pero a Helena entonces le bastó con mostrarse medio desnuda, para que Menelao cambiara su decisión y la aceptara nuevamente.

También se dice que cuando cayó Troya Helena negoció con su esposo Menelao su regreso a Esparta refugiada en el inviolable templo de Afrodita, y cuando Menelao aceptó llevarla sana y salva y restituirla a su anterior posición, el ejército griego, que veía a Helena como una traidora, quería lapidarla, pero debido a su belleza las piedras cayeron de sus manos.

Otra versión cuenta que cuando los griegos tomaron Troya, Odiseo y Menelao se dirigieron a la casa de Deífobo, donde sostuvieron un encarnizado y sangriento combate, en el que vencieron sólo con la ayuda de Atenea.  No está claro quien de los dos mató a Deífobo. Hay quienes dicen que fue la propia Helena, que le clavó una daga por la espalda. Esa acción, sumada a la visión de sus pechos desnudos, debilitó tanto la resolución de Menelao, que había prometido matarla, que arrojó la espada lejos y la llevó sana y salva a las naves. El cadáver de Deífobo sufrió salvajes mutilaciones.

Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana



miércoles, 15 de enero de 2014

La transformación de Glauco y la hierba mágica



Glauco es una divinidad menor del mar. Era un humilde pescador nacido como mortal y que vivía en la ciudad de Antedón, en la costa de Beocia. Una vez, mientras preparaba sus aparejos para la pesca, se dio cuenta de que los pescados que tenía en una cesta, cuando los ponía sobre cierta hierba que crecía en la tierra, revivían. Entonces arrancó un poco de la hierba y la masticó para descubrir sus propiedades. Acto seguido se transformó en un ser con hombros con nuevo desarrollo, una poderosa cola de pez, y cuerpo y barba verdes. Esquilo escribió una obra sobre Glauco que se perdió. La transformación tuvo lugar en el norte de Eubea y Glauco, además de los cambios físicos, recibió el don profético. Virgilio dice que fue el padre de la Sibila de Cumas. Según el Orestes de Eurípide, Glauco  se hizo presente a Menelao, de regreso de Troya, cuando doblaba el cabo Malea, y lo informó sobre la muerte de Agamenón. También acompañó al Argos, la nave de Jasón, en busca del vellocino de oro. Glauco tuvo amores no correspondidos con Escila y Ariadna. En este último caso, cuando tiempo después Dionisio fue a buscar a Ariadna para hacerla su esposa, el dios agregó a Glauco a su cortejo, lo que suena a triste privilegio. Se dice que es un dios de renombre por sus aventuras amorosas, del que estuvo enamorado la maga Circe. Tiene su hogar debajo del agua frente a la isla de Delos, y cada año visita los distintos puertos e islas griegas, y pronuncia oráculos, los que son muy apreciados por los pescadores y la gente de mar, cuyas vidas dependen dramáticamente de los azares e imprevistos de las aguas y del clima. 

Fuentes:
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega
Pierre Grimal: Diccionario de la mitología griega y romana 
Robert Graves: Los mitos griegos

martes, 14 de enero de 2014

Cenis y Ceneo: la muchacha violada que se transformó en guerrero invulnerable

Cenis, hija de Élato, la más hermosa joven de Tesalia, fue violada por Poseidón en una playa. Una vez que el dios sació su pasión, buscando reparar el mal que le había causado, le otorgó el cumplimiento de un deseo. 

"Esta afrenta," dijo Cenis, "acrecienta en mí un deseo: que jamás pueda sufrir nada semejante; concédeme que no sea mujer, y habrás colmado mi deseo." (1)

Cenis pidió convertirse en hombre y además ser invulnerable. Así se transformó en Ceneo, un terrible guerrero que tuvo tantos triunfos en la guerra que terminó siendo elegido por los Lapitas rey. Como hombre tuvo un hijo llamado Corono a quien muchos años después mató Heracles. Ceneo se volvió una persona muy arrogante. Según algunos autores participó de la cacería del jabalí de Calidón, que reunió a distintos héroes griegos. Estaba tan orgulloso de sí mismo que en cierta ocasión clavó su lanza en la plaza del mercado y obligó a que todos hicieran sacrificios a esa lanza como si se tratara de un dios, prohibiendo que la gente adorase a cualquier otra divinidad. En otra versión del mito Ceneo no ofrecía sacrificios a los dioses, sólo veneraba su lanza. Zeus, indignado, mandó que los centauros lo atacaran durante la boda de Pirítoo. 



  Ilustración: Ceneo obligando a los lapitas a adorar su lanza - Birome sobre papel - Omar Caíno


Siguiendo a Ovidio, en el combate entre héroes y centauros que se desató en esa fiesta de casamiento, Ceneo había matado a cinco centauros, entonces lo encaró el centauro Latreo, armado de escudo, espada y pica macedonia, y le dijo:

"¿También a ti, Cenis, habré de soportarte? Porque para mí tu serás siempre una hembra, siempre Cenis.  ¿No te acuerdas de tu origen y nacimiento ni te viene a las mientes con qué acto lograste ese premio, a qué precio compraste ese falso aspecto de hombre? Mira qué naciste, qué sufriste, y vete a coger la rueca, los canastos, y a retorcer hebras con el pulgar; ¡deja la guerra para los hombres!" (1)

Latreo lo atacó pero para su asombro descubrió que no lo podía herir. En cambio Ceneo mató a Latreo con facilidad. Al ver eso se lanzaron contra él los otros centauros. Las espadas y en general las armas con filos y puntas cortantes no lo herían. Así fue como lo atacaron con troncos y piedras. A golpes y pedradas lo enterraron. Luego colocaron una pila de troncos encima de él, matándolo por asfixia. Al tiempo salió volando de abajo de la pila un pájaro amarillo, que el adivino Mopso reveló era el alma de Ceneo. Y cuando lo retiraron de su sepultura de troncos para enterrarlo, encontraron que el cadáver de Ceneo se había vuelto otra vez mujer, que nuevamente era Cenis, la muchacha que había sido violada.

En la narración que Ovidio hace de esta historia, Néstor la cuenta a Aquiles.


(1) Ovidio, Metamorfosis, Alianza Editorial


Fuentes: 
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega
Robert Graves: Los mitos griegos
Ovidio: Metamorfosis





domingo, 12 de enero de 2014

Atenea, Hera y Afrodita: el concurso de belleza y la guerra de Troya

En la fiesta de casamiento de Peleo y Tetis, Éride, la diosa de la discordia, lanzó una manzana de oro. Tenía la inscripción: "Para la más bella". Zeus no quiso decidir cuál de las tres diosas la merecía: si Atenea, Hera o Afrodita. Mandó a Hermes y a las tres aspirantes a la manzana, al monte Ida, donde se encontraba Paris, hijo de Príamo, para que el joven decidiese.

Años antes, cuando Hécuba, la segunda esposa de Príamo, estaba embarazada de Paris, a poco de que naciera tuvo un extraño sueño. De un pedazo de carbón salían serpientes de fuego retorciéndose. Hécuba despertó gritando que  Troya y los bosques del monte Ida eran abrasados por un incendio. Entonces Ésaco, hijo de Príamo y de su primer mujer Arisbe, que sabía interpretar los sueños, aconsejó matar al niño en camino, porque sería la ruina de Troya. Príamo y Hécuba no tuvieron el coraje de matarlo personalmente, pero le encargaron a Agelao, el jefe de sus pastores, que lo hiciera. Agelao tampoco tuvo coraje para asesinarlo y lo abandonó (lo expuso) en el monte Ida. Allí lo amamantó una osa y al quinto día, al encontrarlo vivo lo adoptó. Lo crió como pastor y cuidador de ganado. A Príamo le llevó una lengua de perro como prueba de haber cumplido su orden.

Así, el joven Paris se crió en el campo. Una de sus diversiones favoritas era enfrentar a los toros de Agelao. Al vencedor lo coronaba con una guirnalda de flores, y el que perdía recibía una de paja. Un toro de Agelao comenzó a ganar sistemáticamente todos esos enfrentamientos, y Paris lo hizo medirse con los toros de sus vecinos, saliendo siempre vencedor. Entonces el dios Ares, como una broma, se transformó en toro y lo venció. Paris había prometido que el toro vencedor recibiría una corona de oro, y cumplió sin dudarlo con su promesa.  Se dice que los dioses del Olimpo se sintieron complacidos por su integridad y así Zeus le envió a Hermes y a las tres diosas para que resolviera la disputa creada por la manzana de Éride.

Cuando Hermes se le apareció con las tres diosas para que dijera cuál era la más hermosa, Paris no sabía que era hijo de Príamo y pertenecía a la familia real de Troya. Al principio se excusó de tomar esa decisión. Dijo que dividiría la manzana en tres. Pero Hermes le recordó que debía cumplir con la voluntad de Zeus. Entonces pidió que las perdedoras no tomaran represalias con él, que era un simple pastor, alguien de mérito muy inferior a la decisión que se le estaba exigiendo. Las diosas se lo prometieron. Preguntó si antes de decidir quién era la más bella podría verlas desnudas y Hermes pidió a las diosas que se quitaran la ropa.

Se desnudó primero Hera, que mientras exhibía su hermosura, que pidió examinara concienzudamente, le prometió que si la declaraba ganadora lo haría señor de toda Asia y el mortal más rico del mundo. Paris dijo que no se dejaría sobornar. Luego se desnudó Atenea, que le prometió que si ella era la elegida, convertiría a Paris en el hombre más bello y sabio del mundo, y le haría ganar todas sus batallas. Paris también rechazó ese soborno. A continuación se desnudó Afrodita, que mientras la examinaba le dijo que Paris estaba desperdiciando su tiempo en el campo, cuidando animales, cuando debería vivir en una ciudad y disfrutar de la vida, y que si él quisiera podría aspirar hasta a Helena de Esparta, esposa de Menelao. Una mujer tan hermosa como ella misma, y no menos apasionada. Afrodita prometió que con su ayuda, y la de su hijo Eros (Cupido para los romanos), Helena podría ser de Paris. Entonces Paris eligió a Afrodita como la más bella de las tres, merecedora de la manzana de Éride.

La decisión provocó, por supuesto, el rencor de Hera y Atenea, que se retiraron tomadas del brazo, murmurando acerca de cómo conseguirían la destrucción de Troya.

Fuente:
Robert Graves, Los mitos griegos


viernes, 10 de enero de 2014

El astuto Sísifo, padre biológico de Odiseo



Sísifo, hijo de Éolo, era el más astuto de los hombres que vivieron en la ciudad de Éfira, según Homero  en la Ilíada, y Pierre Grimal agrega "y el menos escrupuloso". Su astucia es el elemento que va enhebrando las distintas historias que se sabe de él. Tal vez los episodios más importantes que aquí se narran son: 


  1. - la manera en que desenmascaró a un ladrón de ganado
  2. - su paternidad de Odiseo (Ulises para los romanos)
  3. - su doble muerte
  4. - el castigo eterno que Hades le impuso en los infiernos

Sísifo poseía mucho ganado. Su vecino era Autólico, quien fue un célebre ladrón. Autólico era hijo de Hermes, a quien le había pedido el don de poder robar sin ser descubierto. Y Hermes le había concedido ese don, que consistía en poder transformar a cualquier animal poniéndole o sacándole cuernos, cambiando el color de su cuero, borrando o cambiando la marca de su propiedad, de modo de no ser reconocido por su dueño. Entonces Autólico empezó a robar ganado y a transformarlo, y entre sus víctimas incluyó a Sísifo, que notaba cómo disminuían sus cabezas mientras que las de su vecino Autólico aumentaba. Pero no tenía pruebas para acusarlo. Así fue como grabó en las pezuñas de sus animales su nombre o la inscripción "Robado por Autólico". Después de ser objeto del habitual robo, fue a los establos de Autólico con testigos y lo denunció. 

Mientras los testigos acusaban al ladrón, Sísifo fue a ver a la hija de Autólico, llamada Anticlea, que sería la madre de Odiseo, de quien Laertes sería el padre. Aquel día era la víspera de la boda de ella con Laertes. Se dice que Sísifo sedujo a Anticlea y concibió con ella ese mismo día a su famoso hijo, siendo entonces Laertes sólo su padre putativo.

Sísifo odiaba profundamente a su hermano Salmoneo. O que Salmoneo había usurpado el trono de Tesalia, que le correspondía a Sísifo. Así Sísifo consultó a un oráculo sobre la forma en que podía matar a Salmoneo. Apolo le dijo que debía engendrar hijos con su sobrina Tiro, hija de Salmoneo. Sísifo la sedujo y ella tuvo dos hijos. Pero Tiro, al conocer el oráculo, los mató a ambos. Según Robert Graves, que menciona a Higinio como fuente,  entonces Sísifo fue al mercado con los cadáveres de los dos niños y acusó a Salmoneo de incesto y asesinato y pidió que lo expulsaran.

Se dice también que Sísifo mataba y robaba a los viajeros.

Zeus raptó a Egina, la hija de Asopo, un dios río. Sísifo había fundado la ciudad de Éfira (o Corinto). Al pasar Zeus con Egina por las tierras de Sísifo este lo vio, y le dijo a Asopo que le revelaría quién había raptado a su hija si Asopo proveía a la acrópolis de Corinto de agua. Asopo hizo surgir un manantial y Sísifo le contó lo que sabía. Así Asopo persiguió a Zeus, que se salvó por poco. En venganza Zeus mandó a Tánato, el genio de la muerte, para que matara a Sísifo. Pero el astuto Sísifo sorprendió a Tánato y lo encadenó, y durante varios días, debido a que Tánato estaba encadenado, no pudo morir nadie. Incluso los decapitados y descuartizados no podían morir. Finalmente Ares, el dios de la guerra, obligó a Sísifo a liberar a Tánato, quien volvió a hacer su trabajo, y el primero ser humano que mató, fue naturalmente Sísifo.

Pero antes de ser llevado al mundo subterráneo, Sísifo le pidió a su esposa Mérope que no realizara ritos fúnebres en su honor. Ya abajo, donde moran los muertos, se quejó a Hades y a Perséfone, esposa de Hades, de esa grave falta de su esposa y les pidió que le permitiesen volver para reprenderla. Estaría de regreso en tres días. Le creyeron y una vez de nuevo en el mundo de los vivos Sísifo no volvió al inframundo, y se dice que pudo vivir hasta una edad avanzada y morir de viejo.

Cuando finalmente Sísifo murió, cuando murió su segunda muerte, Hades, para evitar que Sísifo tuviese tiempo para pensar en nuevas jugarretas, le impuso un tormento que lo ocupaba continuamente en cuerpo y alma. Debía subir una roca muy grande por la ladera de una montaña y tratar de que pasara del otro lado, pero cuando la roca llegaba muy cerca del borde por el que debía pasar, se volvía tan pesada que volvía a rodar hasta el lugar de donde Sísifo la había tomado, debiendo este recomenzar la tarea, sin poder cumplirla nunca.

Así el linaje de Odiseo, héroe del poema de Homero, abarcó a un hombre experto en argucias y engaños, su padre Sísifo, y a un famoso y gran ladrón, su abuelo materno Autólico.



Fuentes:
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robert Graves, Los mitos griegos
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega



domingo, 5 de enero de 2014

Jasón, Fineo y las rocas que se entrechocan

El vellocino de oro era un cuero lanudo, con lana hecha de hebras de oro, de un carnero alado que había permitido que Frixo y Hele huyeran de su padre montados en él. Atamante, padre de Frixo y Hele, los había querido sacrificar a Zeus por instigación de Ino, su segunda esposa. Zeus, o la madre de los chicos, les había enviado ese carnero para que escaparan. Frixo llegó a la Cólquide cabalgando el carnero, pero Hele durante el viaje cayó al mar y se ahogó. Eete, el rey de la Cólquide recibió favorablemente a Frixo y le dio su hija de esposa. En retribución Frixo sacrificó al carnero en honor a Zeus y le regaló su cuero a Eetes, que lo consagró a Ares y lo clavó en una encina, custodiado por un dragón que no dormía. Años después Jasón tuvo que ir a buscar el vellocino de oro a la Cólquide para llevarlo a Yolco.

Jasón partió para realizar esa empresa acompañado por una larga lista de héroes griegos, conocidos como los argonautas. Envió un mensajero a distintas ciudades y acudieron entre cincuenta y cincuenta y cinco héroes para participar de la expedición. Entre ellos estaban Heracles, Castor y Pólux (los Dioscuros), Orfeo, Idas y Linceo, Viajaron en la nave Argos, que tenía cincuenta remos y había sido construida por Argos con la ayuda de Atenea, que había aportado la proa, tallada por ella misma con una parte del roble del oráculo de Dodona. Se dice así que por eso la proa del Argos podía hablar, y que incluso poseía el don de la profecía.

Buscando cumplir con su misión los argonautas atraviesan por una serie de aventuras que aquí voy a saltear porque me interesa concentrarme en Fineo y las rocas que se entrechocaban.

Antes de llegar al Bósforo, azotados por una tormenta, los argonautas tuvieron que refugiarse en la costa de Tracia, que es el lado europeo del Helesponto, cuya entrada controlaba Troya. Allí vivía Fineo, un adivino ciego, hijo de Poseidón. Se dice que había perdido la vista como castigo de los dioses por la excesiva precisión de sus vaticinios. También estaba sometido a otro tormento. Cada vez que le servían la mesa llegaban las Harpías, seres mitad mujer y mitad pájaro, que le robaban la comida y la que no se podían llevar, la arruinaban de tal modo con sus excrementos, que no se podía comer. Cuando Jasón llegó con los argonautas y le pidió a Fineo que lo ayudara a conseguir el vellocino de oro, este le impuso como condición que primero los argonautas lo liberaran de las Harpías. Jasón le dijo entonces que se hiciera servir la comida, y cuando las Harpías llegaron, las persiguieron dos argonautas hijos del dios viento, Calais y Zetes, que por esa razón tenían alas. Cuando las alcanzaron, las Harpías pidieron que las perdonaran prometiendo no molestar más a Fineo. Así el adivino ciego les reveló algunos hechos por venir y les describió un peligro que aguardaba a los argonautas supuestamente en el Bósforo, el de las rocas Rocas Azules o Simplégades, o simplemente rocas que entrechocaban, que eran unas peñas móviles, que cuando algo intentaba atravesarlas, se precipitaban unas contra las otras aplastando al viajero. Fineo les recomendó que cuando las encontraran en su camino soltaran una paloma. Si el ave pasaba entre las rocas, también podría hacerlo el barco de los argonautas, caso contrario sería mejor que abandonaran la empresa.

Jasón y sus compañeros volvieron al Argos que levó el ancla y navegó. La paloma que soltaron a la entrada de las Simplégades las atravesó casi sin sufrir daño; sólo perdió las plumas más salientes de su cola. Entonces los argonautas esperaron a que las rocas volvieran a abrirse y el Argos se lanzó por su corredor a toda velocidad. Y fue más rápido que las rocas, pues logró pasar completo. Al cerrarse  las Simplégades sólo le arrancaron al Argos unos ornamentos de la popa. Se dice que desde entonces quedaron inmóviles, pues era voluntad del Destino que así sucedieran con esas rocas cuando un barco consiguiera atravesarlas.

Fuente:
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana.



sábado, 4 de enero de 2014

Filoctetes, y el arco y las flechas de Heracles

Cuando Heracles agonizaba le pidió a su hijo Hilo que lo llevara a la elevación más alta del monte Eta, en Traquis, donde su ejército debía formar una pira de troncos y ramas para que Heracles fuera allí quemado. La pira fue formada, Heracles se acostó en ella, pero nadie del ejército se atrevía a encenderla. Sólo lo hizo Filoctetes, hijo de Peante, un pastor eolio que por allí pasaba. En agradecimiento Heracles regaló a Filoctetes su arco, flechas y aljaba. Pero Heracles le pidió a Filoctetes no decirle nunca a nadie el lugar donde había muerto y Filoctetes juró no hacerlo, sin embargo tiempo después, acosado por las preguntas al respecto, si bien no lo comunicó con palabras, golpeó repetidamente la cima del monte Eta con un pie, lo que se debe interpretar como que rompió su promesa.

Existen al menos dos versiones acerca del castigo que recibió Filoctetes. Una dice que Hera lo castigó por haber sido amable con Heracles y haber prendido la pira cuando él ya deseaba morir y ningún otro quería hacerlo. Entonces Hera decidió hacerlo morder por una víbora. La otra versión cuenta que fue mordido por una víbora en el pie como castigo por no haber guardado la promesa dada a Heracles de no revelar el lugar donde había muerto.

Esta segunda línea del mito se desarrolla así. Filoctetes fue uno de los pretendientes de Helena, que finalmente fue conseguida por Menelao y raptada por el troyano Paris. Y como tal se unió a los contingentes griegos que lucharon contra Troya para rescatarla. Cuando los griegos partieron de Áulide para dar comienzo a las hostilidades, Filoctetes comandaba siete barcos y cincuenta arqueros. Pero no llegó a Troya. En una escala en la isla Ténedos fue mordido en un pie por una serpiente. Dicen que la herida hedía horriblemente y Odiseo convenció a los otros jefes para dejarlo en la isla Lemnos, donde Filoctetes vivió completamente solo durante diez años, con la herida que no terminaba de curarse, alimentándose de las aves que mataba con las flechas de Heracles.

También existe una versión del mito que sostiene que Filoctetes se hirió el pie a sí mismo, al caérsele de la aljaba una flecha de Heracles. Hay que recordar que las flechas de Heracles habían sido bañadas en la venenosa sangre de la hidra de Lerna y eran mortales o abrían heridas incurables.

También se dice que Filoctetes no fue abandonado por los griegos en la isla de Lemnos debido al hedor que despedía la herida de su pie, sino por los terribles gritos que daba, que impedían realizar sacrificios a los dioses, y que quien principalmente impulsó la idea de abandonarlo en la isla fue Odiseo, si bien la decisión  la tomó Agamenón en nombre de todo el ejército.

Diez años después de haberse iniciado la guerra de Troya, la ciudad situada no caía. Los griegos capturaron a Heleno, hermano de Casandra, hijo de Príamo, que tenía el don profético como su hermana. Heleno les reveló que su ciudad no caería, entre otras cosas, hasta tanto los griegos no utilizaran en la guerra las flechas de Heracles, quien ya una vez, con esas flechas, se había apoderado de Troya. Entonces el ejército envió a Odiseo a Lemnos, tal vez con otros, como embajador, para convencer a Filoctetes para que los acompañara a Troya. Los argumentos con que trataron de convencerlo fueron varios. Patriotismo. Prometerle al herido del pie la curación de su mal al ser tratado por los médicos del ejército, que eran los hijos del gran médico Asclepio. Filoctetes no cedía, pero finalmente accedió. Su pie fue curado y participó de los últimos momentos de la guerra.

Para curar el pie de Filoctetes se dice que Apolo lo sumió en un profundo sueño, mientras Macaón, hijo de Asclepio, cortaba la carne muerta con un cuchillo, lavaba la herida con vino y le aplicaba una planta secreta que Asclepio había recibido del centauro Quirón.

Se dice que Filoctetes mató con sus flechas a Paris, el hijo de Príamo que había raptado a Helena. Que de algún modo había sido su rival por el amor de ella.

A su regreso de Troya, según algunas versiones, fundó ciudades en el sur de Italia, donde consagró a Apolo las flechas de Heracles.

Fuentes:
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana
Robert Graves: Los mitos griegos


jueves, 2 de enero de 2014

Meleagro y el jabalí de Calidón

Meleagro era hijo de Eneo, rey de Calidón, y de Altea. Siete días después de su nacimiento, las parcas se presentaron a Altea y le advirtieron que Meleagro viviría mientras un carbón que en ese momento ardía en el hogar, no se consumiera totalmente. Al momento Altea lo retiró del fuego, lo apagó con agua, y lo guardó en un cofre. Así Meleagro creció y se convirtió en el mejor lanzador de jabalina de toda Grecia, y en un guerrero invulnerable.

Cierta vez Eneo ofreció los sacrificios anuales a todos los dioses pero se olvidó de Ártemis. Advertida por Helio, el Sol, que todo lo ve, la rencorosa Ártemis les envió un enorme jabalí, que arruinaba las cosechas de Calidón y mataba a su gente. Eneo organizó entonces una cacería para matarlo. El premio que recibiría quien consiguiera matarlo serían su piel y sus colmillos. Asistieron a la cacería muchos héroes. Entre ellos Teseo de Atenas, Castor y Pólux (los Dióscuros) de Esparta, Jasón de Yolco, Néstor de Pilos, Peleo (que fue el  padre de Aquiles) y Euritión de Ftia, Íficles (que era el hermano mellizo de Heracles) de Tebas, Telamón de Salamis, Anceo y Cefeo de Arcadia (Anceo y Cefeo eran hermanos de Altea y tíos de Meleagro), Atalanta de Arcadia.

Atalanta era la única hija de Yaso y Clímene. Yaso esperaba fervientemente un hijo varón, y cuando nació Atalanta, fue tan grande su decepción que la abandonó en una colina. Allí la amamantó una osa enviada por Ártemis y fue criada por un grupo de cazadores. Se mantuvo virgen y siempre llevaba armas.

Los cazadores fueron hospedados durante nueve días en el palacio de Eneo. Los tíos de Meleagro se opusieron a que una mujer participara en la cacería, pero Meleagro, que aunque estaba casado con Cleopatra Alcione, se había enamorado de ella, declaró que si impedían participar a Atalanta de la cacería, él no participaría tampoco, y tuvieron que ceder.

Al décimo día comenzó la cacería. Los cazadores  iban armados con arco y flechas, jabalinas, hachas, venablos. La cacería se inició sin la debida disciplina. Un grupo de cazadores avanzó hacia un bosque donde se hallaba la guarida del jabalí. Dos centauros llamados Hileo y Reco al ver a Atalanta, trataron de violarla, pero ella los derribó atacándolos con sus flechas.

El jabalí apareció en un arroyo bordeado de sauces y mató a dos cazadores. Néstor debió subirse a un árbol y Jasón erró su lanzamiento de jabalina. Íficles lo rozó con su arma. Peleo y Telamón se adelantaron al jabalí, pero Telamón tropezó, y cuando Peleo lo ayudaba a levantarse, el animal los embistió. Atalanta los salvó al clavar una flecha detrás de una oreja del jabalí, lo que lo hizo huir. Anceo delcaró con desprecio entonces que esa no era la forma en que un cazador debe atacar su presa y lanzó su hacha, pero falló y el jabalí lo mató. Peleo tratando de atacar al jabalí accidentalmente mató a Euritión. Finalmente Meleagro atravesó el costado derecho del jabalí con una jabalina, y mientras la bestia trataba de sacársela, muy dolorida, le clavó un venablo que le atravesó el corazón.

Meleagro desolló al jabalí rápidamente y le ofreció la piel a Atalanta, por haber sido ella quien primero lo había herido. Los tíos de Meleagro protestaron. Dijeron que el premio le correspondía a Meleagro, pero si él no lo aceptaba, debía ir a parar a la persona más honorable, o sea ellos. También dijeron que quien primero había herido al jabalí había sido Íficles. La discusión llevó a la pelea y Meleagro mató a dos de sus tíos. Al saberlo Altea, maldijo a su hijo por lo que había hecho. Los restantes tíos de Meleagro se retiraron de Calidón y le declararon la guerra. Y atacaron la ciudad con sus tropas, matando a muchos.

La maldición de Altea, madre de Meleagro, impedía a este ponerse al frente de la defensa de Calidón. No cedió a los ruegos de su padre y madre. Sólo se dejó convencer por la súplica de su esposa, Cleopatra Alcione. Armado y en combate Meleagro mató a sus dos tíos restantes. Las Erinias, personificaciones del castigo a ciertos crímenes, entre ellos crímenes familiares como el matricidio, enseguida ordenaron a Altea que quemase el carbón que había guardado en el cofre poco después del nacimiento de Meleagro, quien en ese momento sintió  arder sus entrañas y fue fácil víctima de sus enemigos. Altea y Cleopatra Alcione se ahorcaron.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos.