Hécuba fue
la segunda mujer de Príamo, rey de Troya. Después que los griegos mataran a su
marido y a muchos de sus hijos: Héctor, Paris, Deífobo, Polites, Polidoro, después
que sacrificaron a su hija Políxena y se llevaran a su hija Casandra, y de que
destruyeran su ciudad, fue dada como esclava a Odiseo, que se la llevó con él a
Tracia. Como no soportaron las maldiciones, los insultos y los discursos y
quejas en contra de los griegos, por su brutalidad y arbitrariedades, la
mataron. Dicen que su alma adoptó la forma de unas de las horribles perras
negras que siguen a la diosa Hécate, que preside la magia y los hechizos, y
que nadó hasta el Helesponto, cerca de Troya. Esa es la razón por la que al
lugar donde se halla sepultada lo llaman "La tumba de la perra
negra".
Se cuenta
también que después de que su hija Políxena fue sacrificada para cumplir la
voluntad de Aquiles, que la había amado, Hécuba encontró el cadáver de su hijo
Polidoro en la orilla del mar. La crianza de Polidoro había sido confiada al
rey del Quersoneso tracio Polimestor, marido de Ilíone. Ilíone era hermana de Hécuba,
y Príamo y Hécuba habían mandado a su hijo allí por seguridad. Cuando Hécuba encontró
el cadáver de Polidoro en la orilla supo, o lo averiguó después, que Polimestor
había faltado a su obligación y lo había matado para quedarse con el oro que
Príamo le había dado para costear la crianza. Entonces simulando ignorar ese
asesinato, Hécuba llamó a Polimestor para confiarle el lugar secreto de las
ruinas de Troya donde se encontraba un tesoro, que los griegos aún no habían
encontrado. Cuando Polimestor se le acercó con sus dos hijos, Hécuba mató a los
niños con una daga que sacó de su pecho, y a Polimestor le sacó los ojos (en
otra versión son las cautivas troyanas quienes matan los hijos de Polimestor).
Agamenón perdonó el triple crimen en consideración a los padecimientos de Hécuba,
pero los nobles tracios la atacaron con flechas y piedras. Pero Hécuba se
transformó en una perra negra llamada Mera, y empezó a correr para aquí y para
allá aullando tan tristemente, que los nobles se retiraron confusos.
Según otra
versión, después que Hécuba le sacó los ojos a Polimestor, los griegos la
lapidaron, pero cuando fueron a buscar el cadáver, debajo del montón de piedra
no encontraron al cuerpo sin vida de una mujer anciana, sino el de una perra
con ojos de fuego.
Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
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