Guarda griega

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domingo, 26 de enero de 2014

Minos, Dédalo, el Minotauro y el laberinto de Creta

Minos fue hijo de Zeus y de Europa. Tuvo dos hermanos: Radamantis y Sarpedón. Cuando murió su padre adoptivo, que era rey de Creta, les dijo a sus hermanos que iba a gobernar toda la isla. Sus hermanos cuestionaron su decisión entonces Minos les contestó que era voluntad de los dioses que así fuera. Para demostrárselos, después de ofrecerle un sacrificio a Poseidón, pidió que saliera del mar un toro, que prometió sacrificar también al dios. Inmediatamente salió del mar un hermoso toro blanco, tan hermoso que Minos prefirió no sacrificarlo, para conservar la raza. En su lugar sacrificó a otro. Ese prodigio bastó para convencer a sus hermanos que era él quien debía reinar. Minos se casó con Pasífae, hija de Helio y de la ninfa Creta, y tuvo con ella varios hijos. Pero Poseidón, para castigarlo por no haber cumplido su promesa, inspiró en Pasífae un fuerte deseo erótico por el toro salido del mar. En aquel entonces vivía en Creta el célebre artesano e inventor Dédalo, que entretenía a la familia de Minos con unas muñecas animadas hechas de madera. Pasífae le confió a Dédalo su deseo y este decidió ayudarla. Fabricó una vaca de madera con ruedas en las pezuñas, a la que cubrió con un cuero. El aparato tenía puertas para entrar en él. Lo colocaron donde el toro habitualmente pastaba. Pasífae se metió allí y esperó. El toro se le acercó y se montó en la vaca de madera, brindándole a la escondida Pasífae lo que tanto quería. De esa unión nació una criatura monstruosa, con cabeza y cola de toro, y cuerpo de hombre, conocida como Minotauro (toro de Minos), y cuyo verdadero nombre era Asterio o Asterión (hay un cuento de Borges). Al saberlo, Minos se sintió asustado y avergonzado, y quiso que nadie conociera aquel asunto para evitar el escándalo. Consultó a un oráculo  que le aconsejó que le pidiera a Dédalo que construyera un lugar en Cnosos del que el Minotauro no pudiera salir ni donde nadie pudiera encontrarlo. Así Dédalo construyó el palacio llamado Laberinto, que era tan inmenso y tan intrincado, debido a la multitud de corredores y estancias dispuestas de una forma engañosa y complicada, que sólo Dédalo podía salir de él. Era en ese palacio que cada año (aunque algunos dicen que cada tres y otros incluso que cada nueve años) entregaban al monstruo a siete muchachos y a siete chicas que Atenas enviaba a Creta en calidad de tributo.  

 Europa raptada por Zeus, convertido en toro. La lleva atravesando el mar a Creta donde se une a ella y engendrarán a Minos. Autor de la ilustración: Omar Caíno

Fuente: 
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega



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