Guarda griega

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domingo, 22 de junio de 2014

Origen mitológico de la familia de Julio César

Cuenta Pierre Grimal que la diosa Afrodita se enamoró del mortal Anquises y engendró con él al troyano Eneas. Cuando Troya fue destruida por los aqueos (griegos), Eneas huyó con su padre y su hijo Julo (o Ascanio) a Italia, donde se casó con Lavinia, hija del rey del Lacio y se dice que dio origen al pueblo romano. Los Julios fue una familia romana descendiente de Julo, y por lo tanto de Eneas, que tuvo entre sus miembros a Julio César. Por eso Roma tuvo a Afrodita (Venus para los romanos) como una especial protectora, y Julio César le consagró un templo, que dedicó a Venus Madre.

Fuente: 
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana



viernes, 20 de junio de 2014

El origen de la ceguera y el poder adivinatorio de Tiresias, de Tebas

Tiresias fue un famoso adivino ciego de la ciudad de Tebas, que tuvo una larga vida, que duró siete generaciones, y tuvo una hija y un nieto que también fueron adivinos. Existen dos historias que tratan de explicar el origen de sus poderes adivinatorios y el origen de su ceguera, porque no tenía o no era ninguna de esas dos cosas de nacimiento.
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Según la primera historia Tiresias vio accidentalmente a Atenea desnuda mientras ella se bañaba. La diosa entonces le puso la mano sobre los ojos y lo dejó ciego. Pero lo compensó otorgándole el don de la adivinación.

Según la segunda historia cuando Tiresias era joven, una vez vio a dos serpientes apareándose. No está claro si las separó, las hirió o mató a la hembra. Después de hacer eso, de lo que no se está seguro, quedó convertido en mujer. Así vivió siete años, hasta que volvió a encontrar una pareja de serpientes apareándose. Actuó entonces de la misma manera que la vez anterior y recuperó su sexo masculino. Tiempo después Hera discutía con Zeus acerca de cuál de los dos obtiene más placer del sexo, si la mujer o el hombre. Zeus decía que la mujer y Hera sostenía la posición opuesta.  Decidieron preguntarle a Tiresias, que había tenido los dos géneros y era el único que podía responder por experiencia propia. Dijo que si el placer sexual estuviera formado por diez partes, entonces el placer que obtiene el hombre equivaldría a una de esas partes, y el placer de la mujer a las otras nueve. Contrariada por haber sido contradecida, Hera dejó a Tiresias ciego. Para compensar su desgracia, y probablemente porque Tiresias había contestado la pregunta tal como quería, Zeus le otorgó poderes adivinatorios que no perdería ni cuando muriese y fuera al Hades. Así, después de muerto, pudo aconsejar a extraviado Odiseo.

Fuentes:
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robert Graves, Los mitos griegos
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega


miércoles, 18 de junio de 2014

Nacimiento de Atenea. Explicación de su nombre. Historia de la madre de Atenea, primera esposa de Zeus.



La diosa Atenea es la hija del dios Zeus y de la titánide Metis.  En la mitología romana toma el nombre de Minerva. Es la diosa de la guerra, de la protección de las ciudades y de las artes manuales. Es la hija más querida de Zeus y una de las diosas más importantes de la mitología griega, comparable a la misma Hera, esposa de Zeus.

Su madre Metis, es la personificación de la sabiduría y la astucia. Fue ella quien le dio a Zeus la pócima que el dios mezcló en la bebida de Crono, su padre, para que vomitara a sus hermanos, los otros dioses olímpicos, que Crono se había ido comiendo a medida que nacían. Metis además fue la primera amante de Zeus, anterior a Hera.

Después que Zeus dejara embarazada a Metis de Atenea, Gea y Urano le advirtieron a Zeus (o un oráculo de Gea) que nacería una niña, y que si Metis daba a luz nuevamente nacería un niño que destronaría a Zeus como él había destronado a Crono, y como Crono había destronado a Urano. Zeus entonces sedujo a Metis y volvió a llevarla al lecho, pero cuando estaban allí abrió tan grande la boca que pudo tragarla completamente, aunque Zeus dijera que no la mató, y que Metis siguió con él después de devorarla y lo aconsejaba desde el estómago. Así evito la posibilidad de que Metis concibiera un segundo hijo suyo que lo destronara, devorando a la madre cuando aún ese segundo hijo no existía ni como embrión. Superando a Crono en su astucia. Una astucia tomada prestada quizá de la propia Metis.

Tiempo después, mientras Zeus caminaba a orillas del lago Tritonis, en Libia, lo asaltó una terrible migraña que hacía que pareciera que la cabeza le iba a estallar y que lo llevó a quejarse y a dar gritos de dolor que resonaron por todo el firmamento. En su ayuda acudió Hermes, que al darse cuenta de lo que sucedía convenció a Hefesto, el dios del fuego y de la metalurgia, para que abriese en la cabeza de Zeus, con su cincel y su martillo (o con un hacha), una brecha, de la cual salió Atenea cubierta por una armadura, dando un potente grito que resonó en la tierra y el cielo.
Hay quienes dicen que quien abrió la cabeza de Zeus y permitió salir de adentro a Atenea fue Prometeo.

A Atenea también se la conoce como Palas Atenea. Una posible explicación de esa segunda forma de aludir a ella es la siguiente. Según Apolodoro,  Atenea fue criada por el dios fluvial Tritón. Tenía como hermana adoptiva y compañera de juegos a Palas, hija de Tritón. Una vez, mientras Atenea y Palas estaban practicando lucha con armas, en el momento en que Palas estaba a punto de golpear a Atenea con su arma, Zeus interpuso su propia égida en protección de su hija. Sorprendida Palas se distrajo, y Atenea aprovechó el momento para herirla mortalmente. Luego, arrepentida de lo que había hecho, antepuso el nombre de su compañera al suyo propio.

También se dice que Atenea, en recuerdo de Palas, fabricó una imagen de ella, llamada Paladio, que cayó en suelo troyano y se convirtió en un talismán que protegía la ciudad.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana

lunes, 16 de junio de 2014

Nacimiento y ascenso al poder de los dioses olímpicos


1. Gea y los hijos que tuvo con Urano y con Ponto. El nacimiento de Crono, padre de los dioses olímpicos.

Gea (la tierra), de género femenino, es uno de los primeros seres que existieron en el universo. En un principio engendró a dos seres sin intervención masculina: Urano (el cielo) y Ponto (la ola, o según otros el mar); ambos seres masculinos. La importancia que Gea tiene en la Teogonía de Hesíodo es grande, sin embargo no cumple ningún papel en los poemas de Homero.

Con Urano y Ponto, Gea engendró hijos de manera sexual, y se lee en Pierre Grimal que por eso los nacidos de esas uniones son dioses propiamente dichos y no ya potencias elementales. Urano, Ponto y Gea, y algunos otros seres de los primeros tiempos, como Caos o la Noche, sí puede decirse que todavía están identificados con elementos de la naturaleza y carecen, en general, de rasgos personales y forma humana (aunque Urano, como se verá, tiene testículos). Siguiendo a Grimal se puede decir que, a diferencia de esas potencias elementales, Zeus no se identifica con el cielo, ni Apolo con el sol, ni Poseidón con el mar. Que con el transcurso del tiempo los dioses griegos perdieron el valor cósmico que en algún momento pudieron tener (lo que no es un retroceso o una degradación) y se convirtieron en sólo héroes de leyendas.

Urano, el cielo, que cubre a Gea por todos lados, se unió a ella para engendrar la primera generación divina (los titanes y las titánidas), que a su vez engendró a la segunda generación divina: los dioses y diosas olímpicos, entre ellos Zeus.

Por su parte, Gea con Ponto engendró una familia compuesta principalmente por seres marinos y monstruos.

Escribe Robert Graves que Gea dormía, y durante su sueño nació de ella Urano. Urano la miró desde las montañas e hizo llover sobre ella, y la lluvia fue penetrando en sus distintas grietas y porosidades, y como Gea era fértil de ese modo nacieron plantas, flores y árboles, y los pájaros y animales que viven de ellas. La lluvia continuó y continuó, y el agua caída formó los lagos y mares.

La línea familiar que Gea engendró con Urano es más importante que la línea familiar que engendró con Ponto. Con Urano, Gea engendró tres grupos de hijos, de los cuales un grupo está compuesto por titanes y titánidas, y dos grupos compuestos por monstruos.

El primer grupo de hijos de Gea y Urano fueron los titanes y las titánidas. Seis titanes que se llaman Océano, Ceo, Crío, Hiperión, Jápeto y Crono. Las seis titánidas que engendraron son Tía, Rea, Temis, Mnemósine, Febe y Tetis. Los titanes y las titánidas son la primera generación divina. Se unieron hermanos con hermanas y engendraron una serie de divinidades secundarias. Sólo el Titán Crono y la Titánide Rea engendraron dioses principales, es decir, a Zeus y a muchos de los dioses olímpicos.

Gea y Urano engendraron también a  tres Cíclopes, seres de un sólo ojo: Arges, Estéropes y Brontes. Los cíclopes eran consumados herreros y podían construir gigantescas murallas.

Ilustración: "Cíclope en su caverna". Birome y papel - 42x30 cm Omar Caíno

Gea y Urano engendraron también a los gigantes de cien brazos o Hecatonquiros, también llamados Centímanos, y que son Coto, Briareo y Giges.

Luego de la castración de Urano, Gea se unió con la otra entidad masculina que había engendrado en un comienzo, Ponto, la ola, y con él engendró a cinco divinidades del mar: Nereo, Taumante, Forcis, Ceto y Euribia.

2. La castración de Urano y el reinado de Crono

Debido a que Urano odiaba a todos estos hijos suyos, no los dejaba ver la luz y por lo tanto debían permanecer dentro de Gea, en las profundidades de su madre (literalmente Gea no podía darlos a luz). Cuando Gea se cansó de la situación, le pidió a sus hijos que fueran contra su padre. Crono, el más joven de los titanes fue el único que aceptó el pedido. Crono significa Tiempo. Gea le dio como arma una hoz de pedernal muy afilado. Así, cuando a la noche Urano se tendió sobre Gea y la cubrió por todos lados, Crono cortó con la hoz sus testículos y los arrojó al mar. La sangre que brotó del corte regó a Gea, fecundándola, así nacieron las Erinias (furias que vengan los crímenes de parricidio y perjurio), los Gigantes y las Ninfas de los fresnos. Y de la espuma que se arremolinó en el mar, cuando los genitales cortados se hundieron, nació Afrodita, la diosa de la belleza.

Dice Robin Hard:
"La historia de la mutilación de Urano y de su separación de Gea tiene claras connotaciones cosmológicas. Dado que el cielo  se alza sobre la tierra, en muchos mitos de diferentes culturas se sugiere  que la Tierra y el Cielo, como la primera pareja o al menos la primera pareja primordial, han debido ser separados en algún momento muy temprano de la historia del mundo, lo que en algunas ocasiones  se presenta de una manera  más apacible que en la historia que cuenta Hesíodo."

Entonces, castrado Urano, los titanes liberaron a los Cíclopes del Tártaro y le dieron el mando a Crono. Crono tomó como pareja a su hermana, la Titánida Rea, pero cuando se sintió seguro de su poder volvió a confinar al Tártaro a los Cíclopes y a los Hecatonquiros (gigantes de cien brazos). Pronto se convirtió a su vez en un tirano. De acuerdo con un mito de Creta, posteriormente adoptado por los griegos, Gea y Urano, que conocían los secretos del porvenir, le habían advertido a Crono que uno de sus hijos le quitaría el poder, por lo tanto Crono devoraba los hijos que le daba Rea. Devoró sucesivamente a Hestia, Deméter, Hera, Hades y Poseidón.

Una diferencia entre Urano y Crono en cuanto a su conducta frente a sus hijos era que Urano no los dejaba nacer, los obligaba a quedarse dentro de su madre, y Crono los devoraba, es decir, los encerraba dentro del propio cuerpo. Zeus, que los va a reemplazar como dios principal, en cambio va a proteger y promover a sus hijos.

3. La bebida de Crono

Rea odiaba lo que Crono hacía con sus hijos. Embarazada de Zeus huyó a Creta y lo parió en Dicte , en el monte Egeo. A Crono, Rea le dio una piedra envuelta en pañales que engañado Crono devoró.

Dice la Enciclopedia Británica que el nombre Zeus deriva de la palabra Dyaus, nombre de un dios del cielo de la mitología hindú.

A Zeus lo criaron  en una cueva la ninfa del fresno Adrastea y su hermana Io, que eran hijas de Meliseo, y la ninfa cabra Amaltea, representada luego en el cielo, por voluntad de Zeus, en agradecimiento, como la constelación de Capricornio. Se dice también que cuando Amaltea murió, Zeus le quitó la piel que usó como escudo o prenda protectora. Fue "la égida", y su efectividad fue probada por primera vez en la guerra contra los titanes.

Zeus tuvo como hermano adoptivo al chivo Pan. Comía miel y bebía la leche de Amaltea. Habían colgado la cuna de Zeus de un árbol, para que Crono no la encontrara ni en la tierra, ni en el cielo, ni en el mar. A su vez los Curetes, "unos genios que tuvo Zeus en su séquito durante su infancia en Creta"[1], rodeaban la cuna y golpeaban sus lanzas contra sus escudos para tapar con el ruido el llanto de Zeus, para que así Crono no pudiera escucharlo.

Zeus se hizo hombre entre pastores y quiso el poder que en esos momentos detentaba Crono. Fue a buscar a Metis, cuyo nombre significa Prudencia y también Perfidia. Metis era hija del Titán Océano y de la Titánide Tetis. Metis se cree que fue la primera amante de Zeus. Fue la madre de Atenea. Zeus le pidió consejo a Metis y ella le dio una poción para hacerle beber a Crono. Entonces fue a ver a Rea y le pidió que lo nombrara copero de Crono. Así Zeus mezcló la poción con la bebida de Crono. Después de beber un buen trago Crono vomitó, primero la piedra que había devorado creyendo que se trataba de Zeus, y luego a sus otros seis hijos. Los vomitó enteros y vivos, y en el orden inverso al que los había tragado. Zeus trasladaría después la piedra a Delfos, donde se convirtió en objeto de culto. Los hermanos de Zeus, en reconocimiento por haberlos salvado, reconocieron a Zeus como su jefe en "la mayor batalla que nunca existió"[2], que tuvo lugar a continuación contra los titanes y Crono.
Esta guerra se conoce como la Titanomaquia.


4. La Titanomaquia. Zeus Dios universal

Según cuenta Robin Hard, los titanes eligieron como base el monte Otris, al sur de Tesalia, en tanto que Zeus y sus hermanos el monte Olimpo. La Titanomaquia duró diez años sin que un bando venciera al otro.

Para luchar en la Titanomaquia, Zeus contó con el apoyo de sus hermanos, pero también de algunos de sus hijos, Pierre Grimal menciona a Atenea y a Apolo, y contó con el apoyo de Prometeo, a pesar de ser este hijo del Titán Jápeto. Por otra parte dentro del campo de los titanes, Océano, hermano de Crono, se mantuvo aparte (Pierre Grimal).

Gea reveló que Zeus sólo lograría el éxito si contaba con la ayuda de aquellos que Crono había recluido en el Tártaro. Zeus entonces liberó a los Cíclopes y a los Hecatonquiros después de matar a Campe, la vieja guardiana.

Los Cíclopes le dieron a Zeus el trueno y rayo, a Hades le dieron un casco mágico que lo volvía invisible, y a Poseidón le dieron el tridente, cuyo golpe hace temblar la tierra y el mar.  

Así, en la Titanomaquia Zeus usó como arma ofensiva sus rayos y los Hecatonquiros con sus cien brazos arrojaban piedras[3]. Zeus derrocó a su padre Crono y recluyó a Crono y a los titanes al Tártaro. Los Hecatonquiros fueron designados guardianes y carceleros de los vencidos. Con sus hermanos Poseidón y Hades, Zeus se repartió lo existente mediante un juego de azar.  A Zeus le tocó el cielo, a Poseidón los mares y a Hades el mundo subterráneo. Zeus además consiguió la preeminencia sobre todo el universo, o sea se convirtió en el dios principal.

El poder que consiguieron  Zeus y sus hermanos no fue algo indisputable. Más adelante tuvieron que defenderlo contra el ataque de los gigantes (la Gigantomaquia) y también del ataque de Tifón.




Fuentes:
Robert Graves: Los mitos griegos
Pierre Grimal: Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega




[1] Pierre Grimal.
[2] Robin Hard.
[3] Robin Hard.

sábado, 15 de marzo de 2014

El adivino Melampo cura la impotencia de Íficlo y ayuda a su hermano Bias a casarse



Melampo fue un gran adivino que tuvo como descendientes adivinos de renombre. Amaba a su hermano llamado Bias.

Se cuenta que los poderes proféticos y la facultad de entender lo que dicen los animales, Melampo los adquirió de la siguiente manera. Cuando era joven vivía en el campo, en Pilos. Unos de sus sirvientes una vez encontraron el nido que unas serpientes habían hecho en el hueco de un roble, cerca de la casa, y las mataron. Al enterarse Melampo recogió unos leños y quemó sus restos. También se hizo cargo del cuidado de sus crías. Tiempo después, mientras Melampo dormía, tal vez en agradecimiento las serpientes que criaba lamieron sus oídos.

Bias estaba enamorado de Pero, hija de Neleo, que como tenía muchos pretendientes su padre había impuesto como condición que Pero se casaría sólo con aquel que le diera a él los ganados del rey Fílaco, que vivía en Tesalia. Como robar ese ganado era una tarea muy difícil, porque lo custodiaba un perro que era un excelente guardián que nunca dormía, Bias pidió ayuda a su hermano. Melampo vaticinó que él conseguiría los ganados, pero sólo a costa de un año de prisión. Entonces fue a robarlos, lo detuvieron y encarcelaron. Cuando se había cumplido el año, una vez escuchó a dos gusanos de la madera hablar. Uno preguntó cuáles eran los pilares del calabozo que le faltaba carcomer, y el otro contestó que ninguno. Entonces Melampo pidió que urgentemente lo cambiasen a otro lugar. Y cuando lo trasladaron, el calabozo se derrumbó.  Informado del suceso Fílaco, se dio cuenta que Melampo era un adivino y fue a verlo.

Le contó que su hijo Íficlo era impotente. Si Melampo lo curaba prometió que no sólo le devolvería su libertad sino que le daría el ganado. Melampo aceptó el trato, sacrificó a Apolo dos toros y quemó sus fémures en su propia grasa. Luego dejó los despojos de los animales frente al altar. Dos buitres se les acercaron y se pusieron a conversar entre sí. Dijeron que la impotencia de Fílaco se debía a que cuando era niño había acompañado a su padre al campo, que debía castrar unos carneros. En determinado momento Íficlo había hecho una travesura, entonces Fílaco lo había asustado corriéndolo con el cuchillo ensangrentado. Para curarlo, le dijo uno de los buitres al otro, se debía encontrar ese cuchillo, que había quedado clavado en el tronco de un roble sagrado o de un peral salvaje, y al que la corteza del árbol con los años lo había cubierto completamente dejando a la vista sólo el mango, se debía recuperar, y debía rasparse el óxido que había dejado en el metal la sangre de los carneros castrados, y hacérselo beber a Íficlo mezclado con agua.durante diez días. Así lo hizo Fílaco y al tiempo Íficlo le dio un nieto llamado Podarces. Fílaco cumplió su promesa, le dio la libertad y el ganado al adivino, y Melampo así pudo conseguir que Bias se casara con Pero.  

Fuentes:
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega
Robert Graves, Los mitos griegos


sábado, 8 de marzo de 2014

Medea, Jasón y el asesinato de Pelias, rey de Yolco



Cuando Jasón volvió a Yolco acompañado por su mujer, la hechicera Medea, y por los argonautas, a bordo del Argo, después de robar el vellocino de oro, tenía razones como para desear la muerte de Pelias, rey de Yolco.

Se habría enterado por el piloto de un barco que Pelias daba a los argonautas por muertos en una tempestad, y que entonces se había sentido en libertad de matar a los padres de Jasón. Esón, su padre, había pedido elegir la forma de suicidarse, y habiéndosele otorgado ese privilegio había bebido sangre de toro. Polimela, madre de Jasón, se había matado con una daga. A Prómaco, hermano infante de Jasón nacido después de que partiera en busca del vellocino de oro, Pelias le había roto el cráneo golpeándoselo contra el piso.

Jasón quiso atacar Yolco, pero Acasto, el hijo de Pelias que lo había acompañado en la aventura, se negó a desenvainar su espada contra su padre, y los otros argonautas, sabiendo que la guarnición de Yolco era poderosa, prefirieron volver a sus propios lugares y juntar una fuerza militar para atacar la ciudad recién entonces.

Medea dijo que ella lograría matar a Pelias y entregarles la ciudad con las puertas abiertas, como para que la tomaran.  Para eso ordenó a las doce esclavas feacias que le habian regalado Alcínoo y Arete, que se vistieran de forma extraña. Ella, por su parte, adoptó la apariencia de una mujer vieja, y juntas llevaron consigo una imagen hueca de Ártemis que  Medea había encontrado en la isla de Ánafe. Medea y sus esclavas se pusieron en marcha no sin antes pedirle a Jasón y a los argonautas que se escondieran y escondieran el Argo.

Medea y sus esclavas llegaron a la ciudad proclamando que la visitaban para llevar la buena suerte a Yolco. La multitud se reunió en torno a ellas. También Pelias acudió a verlas. Medea dijo que la diosa Ártemis la había enviado para -en agradecimiento por los homenajes que Pelias le tributaba- rejuvenecerlo, de modo que pudiera tener más hijos ahora que Acasto, el hijo que se había unido a los argonautas había muerto, con todos los otros, en un naufragio. Para probar que tenía el poder del rejuvenecimiento cambió nuevamente su apariencia, dejando de lado la vieja arrugada y mostrándose ahora como una mujer joven, tal como en la realidad era.  Luego tomó un carnero viejo, lo cortó en trece partes, lo hirvió en un caldero y pronunció unos ensalmos en idioma de la Cólquide, que la gente de Yolco no entendía, y mostró entonces, para el asombro de todos, un cordero joven, producto en realidad de un truco, porque lo había mantenido oculto todo el tiempo en el hueco de la imagen de Ártemis. Pelias ahora totalmente convencido del poder de la hechicera, accedió a someterse al rejuvenecimiento. Medea lo durmió con un hechizo y le pidió a sus tres hijas que lo cortaran en partes con cuchillos tal como habían visto que ella había hecho con el cordero viejo. Una de las hijas se negó a matar al padre, pero las otras dos empuñaron los filos e hicieron el trabajo. Luego Medea las llevó al tejado del palacio, cada una con una antorcha, para que mientras los trozos del cuerpo de Pelias hervían en el caldero, invocasen a la luna.

La luz de esas antorchas en el tejado del palacio eran, en realidad, la señal que Medea había convenido con Jasón para hacerle saber que Pelias estaba muerto y que la ciudad, indefensa, podía ser tomada.

Jasón cedió el reino de Yolco a Acasto, temiendo su reacción por lo que le habían hecho a Pelias, y aceptó el destierro a que lo condenaron. Las dos hijas que mataron a su padre sin saberlo también fueron desterradas. Al día siguiente del crimen se celebraron juegos fúnebres en honor a Pelias, de los que participaron los argonautas, que ganaron algunas de las competencias.

Fuente: Robert Graves, Los mitos griegos 



martes, 4 de marzo de 2014

Frixo, hijo de Atamante y Néfele, y el origen del vellocino de oro



Se cuenta que el rey beocio Atamante se casó con Néfele (Nube, supuestamente una diosa menor) y fueron padres de un niño, Frixo, y una niña, Hele. Al tiempo Atamante repudió a Néfele (o ella lo abandonó), entonces se casó con Ino, hija de Cadmo, rey de Tebas, con quien también tuvo hijos.

Como Ino no quería a sus hijastros, es más, los odiaba,  ideó una forma de eliminarlos. Convenció a las mujeres del lugar para que a escondidas de sus maridos tostasen las semillas que serían destinadas para la siembra el año siguiente. Cuando las semillas no germinaron, Atamante envió a alguien a consultar el oráculo de Delfos. Ino entonces lo interceptó y sobornó para que a su regreso dijera que la sacerdotisa le había dicho que para que la siembra fuera exitosa y terminara así la hambruna, Atamante debía sacrificar a Frixo y a Hele en homenaje a Zeus. Atamante por supuesto no quería. Debió sacrificarlos por la presión del pueblo al enterarse del oráculo. Pero cuando los estaban llevando al altar, Néfele les envió un carnero prodigioso, que podía volar y estaba cubierto por vellón de oro. Ella había recibido ese carnero de Hermes, mensajero de Zeus. Los niños montaron el carnero y escaparon rumbo al este. Mientras volaban sobre el estrecho que separa Europa de Asia, Hele cayó del cordero y se mató. De allí que ese lugar tomara el nombre de Helesponto, que quiere decir "mar de Hele". Frixo siguió viaje y llegó a Cólquide, sobre la costa oriental del Mar Negro, donde sacrificó el carnero en agradecimiento a Zeus Phyxios (Zeus de la Huida) y regaló el vellón de oro a Eetes, soberano del lugar, para ganarse su favor. Eetes aceptó el presente, lo dedicó al dios de la guerra Ares, lo hizo colgar de un roble de un bosque de Ares cercano a Ea, ciudad donde Eetes tenía su palacio, y lo hizo custodiar por un dragón que nunca dormía.  Y si bien era un hombre cruel y enemigo de los extranjeros, impresionado por el vellón de oro, aceptó a Frixo en su corte y le ofreció la mano de su hija Calcíope, con la que Frixo tuvo cuatro hijos.

Fuente:
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega 


domingo, 2 de marzo de 2014

Jasón y los argonautas perdidos en el desierto, en Libia



Durante el regreso de Jasón y los argonautas a Grecia, ya con Medea a bordo y casada con Jasón, mientras navegaban por el mar Mediterráneo, cerca de Sicilia, un viento norte muy fuerte los empujó durante nueve días hacia la costa de África, y una gran ola arrastró al Argo al interior de Libia. Al retirarse la ola se encontraron con que los había dejado varados en la tierra, en medio de un desierto inanimado. Los argonautas sintieron entonces que iban a morir, pero mientras dormía, en su sueño una diosa local le dio ánimos a Jasón. Impulsado por esa confianza montaron el Argo sobre rodillos y lo empujaron por el desierto, a lo largo de varios kilómetros, hacia el lago Tritonis, labor que les insumió doce días. Los argonautas habrían muerto de sed de no haber hallado un manantial que había hecho surgir del suelo recientemente Heracles, que había pasado por allí para dar cumplimiento a uno de sus doce trabajos.

En el transcurso de su estancia en Libia dos argonautas murieron. A Canto lo mató un pastor porque quiso robarle una oveja. Los compañeros de Canto lo vengaron. Y Mopso, uno de los adivinos que llevó Jasón a su aventura, pisó una serpiente. En Libia eran comunes las serpientes, según se decía, porque Perseo había pasado por allí llevando la cabeza cortada de la Medusa, y las gotas de su sangre que habían caído en la tierra les habían dado origen.

Al término de los doce días los argonautas botaron el Argos en el lago de agua salada Tritonis, navegaron por él, pero no encontraban salida y no sabían cómo volver al mar. Antes de salir de Grecia, Jasón había visitado el oráculo de Delfos y la pitonisa le había dado dos trípodes de bronce macizo. Los trípodes eran objetos sobre los que la pitonisa se sentaba para emitir los oráculos. El argonauta Orfeo aconsejó entonces a Jasón que utilizara  uno de los trípodes para propiciar a los dioses locales. Así lo hizo y se les apareció Tritón, un dios marino, que también se considera el dios de ese lago. Se les apareció bajo el aspecto de Eurípilo. Dio un puñado de tierra al argonauta Eufemo como un presagio de la ida de sus descendientes a Cirenaica (Libia) y señaló a los griegos el río Tacape, por el que debían tomar para llegar al Mediterráneo.  En el agua Tritón arrastró al Argo tirándolo de la quilla hasta que alcazaron el mar.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega 

sábado, 1 de marzo de 2014

Équeto, el brutal rey de Epiro, y su hija Métope



En Epiro vivía Équeto, un rey cruel y brutal. Se dice de él "espanto de los mortales". Cuando Odiseo aún no había recuperado el trono en Ítaca, y vivían en su palacio los pretendientes de Penélope, el principal de estos, llamado Antínoo, había amenazado a un mendigo de nombre Iros para forzarlo a hacer lo que él quería con enviarlo a Équeto. Le había dicho que Équeto le cortaría la nariz, las orejas, y le arrancaría los genitales para dárselos de comer a los perros.

Lo que se conoce de Équeto es lo siguiente. Su hija Métope  había tenido amores con un tal Ecmódico. Cuando Équeto se enteró, mutiló o hizo mutilar a Ecmódico (¿lo castró?), y a Métope la cegó clavándole en los ojos agujas de bronce. Luego la encerró en una torre y le dio granos de cebada hechos de bronce o de hierro, y un pesado molino, y prometió que si lograba molerlos y hacer harina con ellos, recuperaría la vista.

Fuentes:
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de la mitología griega y romana 


viernes, 28 de febrero de 2014

Curiosidades del viaje de Jasón a Cólquide para llevarse ( robar) el vellocino de oro.

Cerca de una isla dedicada al dios de la guerra Ares, Jasón y los argonautas pasaron por debajo de una bandada de aves que dejaban caer plumas de bronce. Estas aves ya habían aparecido durante el ciclo de los doce trabajos de Heracles. Las plumas llegaron a herir en el hombro al argonauta Oileo. Entonces, recordando un consejo que les había dado Fineo, un rey ciego al que anteriormente habían visitado, los argonautas se pusieron sus yelmos y gritaron con todas sus fuerzas, y a continuación se dividieron en dos grupos; un grupo remaba y el otro protegía a los remeros con sus escudos mientras golpeaba sus escudos con sus espadas. Luego, cuando desembarcaron en la isla, encontraron a millares de aves, las ahuyentaron y no quedó una sola.

Para que Jasón consiguiera llevarse el vellocino de oro de Cólquide necesitaba ayuda. Afrodita se la proporcionó. Le pidió a su hijo Eros que flechara el corazón de Medea, hija del rey de Cólquide, para que se enamorara de él. Para que la obedecieran, Afrodita le ofreció a Eros un juguete que Zeus había tenido en la infancia. Un pelota de oro con aros azules esmaltados, que cuando era lanzada dejaba en el aire una estela como las estrellas fugaces dejan en el cielo.

Cuando Jasón y los argonautas llegaron a Cólquide, marcharon a la ciudad de Ea, donde vivía el rey Eetes, por el cementerio, que se halla sobre una ribera. Allí encontraron cadáveres de hombres envueltos en cueros de buey sin curtir expuestos en las copas de los sauces para que los devoraran las aves, porque los colcos (nativos de Cólquide) sólo entierran los cadáveres de las mujeres.

Uno de los pueblos de la zona que no había sometido Eetes, rey de Cólquide, eran los saurómatas. Según las fuentes que utiliza Robert Graves eran descendientes de amazonas capturadas por Heracles durante los doce trabajos, que habían matado a sus guardianes y escapado. Respecto de este pueblo Graves cita a Herodoto para sostener que mantenían las comtumbres amazónicas, entre ellas la que obligaba a las muchachas, antes de tomar marido, a haber matado a un hombre en combate.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos



miércoles, 26 de febrero de 2014

Los argonautas y sus amantes; las mujeres de la isla de Lemnos



Rumbo a Cólquide, en busca del vellocino de oro, Jasón y los argonautas, abordo de la nave Argos, llegaron a la isla de Lemnos. Fue su primera escala. Allí recientemente había tenido lugar una gran matanza.

Cerca de un año antes los hombres  de Lemnos se habían peleado con sus mujeres. Ellas, por no haber homenajeado a Afrodita como debían, habían sido condenadas por la diosa a despedir un olor espantoso. Ante esa circunstancia los maridos las habían dejado, tomando por compañeras a muchachas cautivas y a extranjeras. La respuesta de las esposas abandonadas había sido asesinar a todos los hombres, sin distinguir si se trataba de jóvenes o viejos, ni de posición social. Incluso tal vez ni siquiera del estado civil de la víctima. Sólo Hipsípila había salvado en secreto la vida de su padre, el rey de Lemnos, llamado Toante, embarcándolo sin que nadie lo supiera en un cofre sin remos que fue a la deriva. Por tratarse de la hija del rey, las mujeres de Lemnos eligieron a Hipsípila su reina.

 Cuando llegaron los argonautas las mujeres de Lemnos creyeron que se trataba de un barco enemigo proveniente de Tracia y fueron a pelear completamente armadas. Pero enseguida quedó aclarado el malentendido. Las mujeres entonces deliberaron qué hacer. Hipsípila propuso darle a los argoanutas provisiones, pero prohibirles entrar en la ciudad de Mirina para que no descubrieran los asesinatos cometidos, pero Polixo, una anciana que había sido su nodriza, les dijo que debían pensar en el futuro. Que en no mucho tiempo el pueblo de Lemnos se extinguiría si no había hombres. Además los argonautas eran héroes destacados. Les propuso ofrecerse amorosamente a los argonautas para gozar de su protección y tener hijos. Y la asamblea votó a favor de esa última alternativa. Así los argonautas entraron en Mirina. Hipsípila no se animó a contarle a Jasón lo sucedido. Le dijo en cambio que en la ciudad no había hombres porque sus maridos las maltrataban continuamente, ellas se habían levantado en armas y los habían obligado a emigrar. Hipsípila le ofreció el trono de Lemnos a Jasón si él decidía quedarse, pero Jasón le explicó que su prioridad en ese momento era apoderarse del vellocino de oro. De todos modos los argonautas, luego de la larga navegación, al encontrar a numerosas mujeres jóvenes que querían acostarse con ellos decidieron posponer su misión. Hipsípila eligió de compañero a Jasón, con el que tuvo dos hijos: Euneo y Nebrófono. Los otros argonautas también tuvieron muchos hijos con las mujeres lemnias. Así se demoró el viaje de los argonautas. La tripulación no quería irse, pero Jasón golpeó con su mazo las puertas de todas las casas donde se alojaban, los convocó y partieron.  

Después las mujeres de Lemnos supieron que Hipsípila había perdonado la vida a su padre, que ahora reinaba entre los taurios, y la vendieron como esclava al rey Licurgo de Nemea. Aunque según otros autores la quisieron matar, Hpsípila escapó, pero fue capturada por piratas, que la vendieron como esclava a Licurgo.

Cuando tuvo la edad necesaria, Euneo, hijo de Hipsípila y Jasón, se convirtió en rey de Lemnos, entonces purificó la isla. Cada año, durante nueve días, mantenían apagado el fuego de todas las cocinas y fogatas. En ese tiempo hacían ofrendas a los muertos. Al décimo día se recibía nuevo fuego en barco proveniente del altar de Apolo de la isla de Delos. Se diría que el fuego apagado representa a los maridos muertos, y el fuego que llega en barco a los argonautas, que renuevan el ciclo de la vida.

De cómo fue que el mal olor de las mujeres Lemnias cesó, para que quisieran acostarse con ellas los argonautas, ni Robert Graves, ni Pierre Grimal dicen nada. Tal vez fue un castigo pasajero de la diosa Afrodita, tal vez realizaron los sacrificios requeridos, tal vez, después de tantos días de navegación, en un barco que tenía a bordo solo hombres, los argonautas no reparaban en esas cosas.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana


martes, 25 de febrero de 2014

La diosa Deméter y el castigo de Erisictón

Según Robert Graves, Deméter, la diosa de la fecundidad de la tierra o de la tierra cultivada, y entre todos los cultivos especialmente del trigo, no era proclive a los castigos ni a las venganzas. Era un ser amable, pero esa norma general tuvo alguna excepción.

El pueblo de los pelasgos (pueblos anteriores a la llegada de los helenos a Grecia) había plantado en Dotio un bosque en honor a Deméter, y cuando el bosque ya había crecido, una vez llegó Erisictón con veinte criados y se pusieron a talar árboles sagrados. Querían la madera para hacer una sala de banquetes. Deméter se les acercó disfrazada de Nícipe, sacerdotisa del bosque, y le explicó amablemente a Erisictón la naturaleza de ese bosque pidiéndole que por favor dejaran de talarlo. Pero Erisictón la amenazó con el hacha. Entonces Deméter furiosa hasta lo indescriptible le recomendó que continuara talando árboles, porque necesitaría realmente una sala de banquetes. Y efectivamente, Erisictón a partir de ese momento no paraba de comer. Comía sin medida y sin descanso, y por más que comiera la comida no saciaba su hambre. Además con la comida adelgazaba. Así se comió todo su ganado, sus caballos, sus mulas. Finalmente se comió el gato. Cuando no le quedó más nada, cuando su hacienda quedó reducida a cero debido a su apetito insaciable, debió mendigar por las calles y comer de la basura.

Según cuenta Robin Hard llegó a vender a su hija Mestra como esclava para conseguir dinero para comer. Mestra era o había sido amante de Poseidón y el dios la transformaba en un ser distinto cada vez que ella se lo pedía. Así, la primera vez que Erisictón la vendió, Mestra se escapó de su dueño convertida en pescador, y las siguientes veces que fue vendida, escapó transformada en distintos animales.

Fuentes:
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega

Robert Graves, Los mitos griegos




lunes, 24 de febrero de 2014

Hades rapta a Perséfone. Su madre Deméter va en su búsqueda.

Deméter, la diosa de la tierra cultivada, principalmente diosa del trigo, tuvo una hija con Zeus llamada Perséfone. De niña Perséfone vivió en compañía de las ninfas y las otras hijas de Zeus: Atenea y Ártemis. Vivía así, sin pensar mucho en el matrimonio, cuando su tío Hades, el dios del mundo de los muertos, la vio y se enamoró de ella. Le pidió a Zeus su mano para casarse, y Zeus se sintió entre la espada y la pared. No quería negarle a su hermano mayor la petición, pero tampoco quería enemistarse con su hermana Deméter, madre de Perséfone, porque sabía que no aceptaría que su hija pasara la vida en el mundo de los muertos. Entonces Zeus le dijo a Hades que no podía dar el consentimiento para ese matrimonio, pero tampoco desautorizarlo. Esto convenció a Hades de que podía raptar a Perséfone, y así lo hizo. En general se da como lugar del rapto la pradera de Enna, en Sicilia, aunque también se mencionan otros lugares, entre ellos Arcadia, al pie del monte Cileno, donde se hallaba una entrada a los infiernos. Mientras Perséfone recogía un narciso o un lirio del suelo, se abrió la tierra, apareció Hades y se la llevó.  Al ser arrastrada por Hades al mundo de los muertos Perséfone dio un grito.

Deméter buscó a su hija durante nueve días y nueve noches. La buscó en ese tiempo a través de todo el mundo conocido. La buscó con total entrega, sin comer ni beber, sin bañarse ni cambiarse de vestido. Al décimo día encontró a Hécate, que había escuchado el grito de Perséfone, pero no había podido identificar al raptor porque las sombras enmascaraban su cara. Ambas fueron entonces a ver a Helio, el sol, que todo lo ve desde su carro en el que cruza los cielos. El les reveló que había sido Hades quien había raptado a Perséfone con la complicidad de Zeus.

Enojada Deméter, decidió no volver al Olimpo. Para no ser reconocida, se transformó en una vieja y se fue a Eleusis, cerca de Atenas. Se sentó en una piedra que a partir de entonces tomó el nombre de "piedra sin alegría". Marchó al palacio del rey Céleo y su esposa Metanira. El matrimonio tenía cinco hijos, uno recién nacido llamado Demofonte. Allí  Deméter fue tomada como nodriza de Demofonte. Para agradecer la hospitalidad recibida decidió  otorgar a Demofonte la inmortalidad. Mientras estaba quemando la parte mortal del niño, Metanira, sin saber qué pasaba en la habitación donde el niño estaba con su nodriza, entró  inesperadamente interrumpiendo así el hechizo y ocasionando la muerte de su hijo (1). Entonces la diosa dejó de lado su disfraz y recuperó su forma originaria.

Robert Graves cuenta que uno de los hijos de Céleo y Metanira llamado Euboleo, que se dedicaba a cuidar cerdos (2) contó que una vez, mientras los animales pacían, de pronto se había abierto la tierra y se había tragado a los cerdos (3). Acto seguido Euboleo había escuchado el fuerte golpeteo de los cascos de unos caballos negros que tiraban de un carro, que entró en esa grieta y desapareció. En el carro viajaba un hombre cuyo rostro era invisible, que sujetaba con su brazo derecho a una muchacha que gritaba.

Mientras Deméter permaneció en Eleusis, con Céleo, Metanira y sus hijos, interrumpió la función que cumplía en la tierra, que permitía el crecimiento de las hierbas y el crecimiento y maduración de los frutos de los árboles, colocando así a la humanidad en peligro de extinción y rompiendo el orden natural. Zeus le envió a Deméter una mensajera tratando de reconciliarse con ella, y como su iniciativa no tuvo efecto, envió a una delegación de dioses del Olimpo con regalos para que Deméter depusiera su actitud. Ella no cedió y los campos y bosques continuaron sin producir hierba ni frutos. Entonces Zeus envió a Hermes al mundo subterráneo, para pedirle a Hades que la devolviera, que no tenían alternativa. Pero eso no fue posible porque Perséfone había quebrantado el ayuno que había mantenido todo el tiempo que había estado en el infierno, cuando comió un grano de granada, y estaba establecido que quien comiera "la comida de los muertos", ya no podría volver al mundo de los vivos.

Un subordinado de Hades llamado Ascálafo la vio comerlo y le avisó a su señor, asegurándole que él daría testimonio de lo que había visto cuando fuera necesario. Deméter lo castigó por chismoso arrojándolo a un pozo sobre el que colocó una roca muy pesada, donde Ascálafo estuvo hasta que Heracles bajó a los infiernos y lo liberó, pero entonces quedó convertido en lechuza.

Finalmente Zeus logró un acuerdo y una solución. Perséfone pasaría parte del año con su madre, en el mundo terrestre, y parte del tiempo con Hades, en el mundo de los muertos. La proporción varía según los autores. Entre tres y seis meses en el mundo terrestre. Deméter depuso su actitud y volvió al Olimpo. La naturaleza volvió a ser fecunda. Pero el rapto de Perséfone y su permanencia en el infierno una parte del año  no fueron inocuos para el mundo. Cuando Perséfone deja el infierno para reunirse con su madre en la tierra germinan los tallos y se inicia la primavera, y cuando permanece alejada de su madre como la reina del infierno, la tierra es estéril y estamos en invierno.

Antes de volver al Olimpo, Deméter instituyó su culto y los misterios eleusinos (de Eleusis)  nombrando como sus sacerdotes a Céleo, dos de sus hijos y al rey de Feras. A Triptólemo, hijo mayor de Céleo, además le dio grano para sembrar, un arado y un carro tirado por serpientes aladas y lo envió por el mundo a enseñar a los hombres la agricultura y a sembrar granos de trigo por doquier. Existen algunas historias de Triptólemo y lo que le sucedió mientras cumplía esa misión.

Según Robin Hard, Perséfone es un ser ambivalente, diosa de los muertos y simultáneamente hija de la diosa de la fecundidad de la tierra. Aunque en los dos casos, agrego yo, es una diosa vinculada con lo que se cultiva y se entierra.

"Deméter, diosa de la agricultura". Ilustración de Omar Caíno

Notas del autor del blog:

(1) Deméter sufre mucho por la pérdida de su hija, pero no demuestra gran compasión por el sufrimiento de Metanira debido a la muerte de Demofonte.

(2) Los reyes griegos de aquella época y sus hijos, los príncipes, araban la tierra, cuidaban el ganado, se ocupaban de sus cerdos.

(3) Que la grieta abierta en la tierra se trague a los cerdos recuerda la piara del Nuevo Testamento que se lanza al mar.  


Fuentes:

Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega




sábado, 22 de febrero de 2014

Prometeo, benefactor de la humanidad. Pandora, la primera mujer.

Prometeo era primo de Zeus. Su padre fue el titán Jápeto y su madre Clímene, hija de Océano. Tuvo tres hermanos: Atlante, Menecio y Epimeteo.

Según cuentan algunas fuentes Prometeo creó a los hombres moldeándolos (supuestamente no a las mujeres) con arcilla. Esto explicaría su continuo compromiso en favor de los mortales.

Durante la guerra entre los titanes y los dioses del Olimpo, llamada Titanomaquia, previendo el triunfo de Zeus (Prometeo tenía el don profético) se puso del lado de los olímpicos, y convenció a su hermano Epimeteo de que hiciera lo mismo, evitando así el castigo que sufrieron sus otros dos hermanos, que se alinearon con los titanes.

Atenea le enseñó muchas artes y ciencias. Astronomía, matemáticas, arquitectura, navegación, metalurgia, medicina, etc. y él a su vez le transfirió esos conocimientos a los hombres, ganándose la enemistad con Zeus, que no veía eso con buenos ojos.

Cuando aún no se había establecido qué partes de un toro sacrificado correspondía a los mortales y qué parte a los dioses, y a raíz de una discusión al respecto, Prometeo preparó dos sacos con el cuero de un toro, en uno metió adentro la carne y las entrañas del animal y lo recubrió con el estómago, que es la parte menos apetecible. En el otro saco puso los huesos y los recubrió con la grasa. Le dio a elegir a Zeus cuál de los dos sacos prefería. Y Zeus eligió imprudentemente el que tenía arriba la grasa. Al descubrir que debajo había solo huesos (a partir de ese momento los huesos y la grasa fueron las partes de los animales sacrificados ofrecidas a los dioses), castigó a  Prometeo negándose a enviar nunca más el fuego a los hombres (uno de los atributos de Zeus es el rayo) para que los hombres tuvieran que comer la carne cruda. Entonces Prometeo rogó a Atenea que lo dejara entrar al Olimpo, y allí robó el fuego negado, se dice que tomando un trozo de carbón al rojo del carro tirado por caballos en el que diariamente viaja Helio, el sol, o de la fragua de Hefesto.  Al saberlo Zeus castigó a los hombres enviándoles a Pandora, y a Prometeo encadenándolo al Cáucaso.

Pandora fue la primera mujer. En su creación participaron todos los dioses. Fue obsequiada a los hombres como un castigo. Hefesto, por orden de Zeus, la modeló a partir del barro, los cuatro vientos le dieron vida, y el resto de los dioses la embellecieron y adornaron. Fue hecha hermosa, graciosa, con gran habilidad manual y poder de persuasión, y Hermes puso en su corazón la astucia y el engaño. Fue enviada al mundo para provocar la discordia entre los hombres. Zeus se la regaló a Epimeteo, el hermano tonto de Prometeo, y aunque este le había advertido que no aceptara regalos de Zeus, Epimeteo la hizo su mujer. Entonces existía una caja cerrada que contenía todos los males. La vida hasta ese momento era dulce y benigna. La curiosidad de Pandora la llevó a retirar la tapa para saber qué contenía, y los males quedaron libres por el mundo atormentando a la humanidad.

En castigo al robo del fuego Zeus también sujetó a Prometeo a una gran roca en el Cáucaso con cadenas de acero, y envió a un águila a devorarle el hígado. El águila le devoraba el hígado de día, en tanto que de noche a Prometeo le volvía a crecer, de modo que su tormento no tenía fin. Zeus prometió que jamás desataría a Prometeo de esa roca, pero cuando Heracles pasó por el Cáucaso para cumplir uno de los doce trabajos que debía cumplir para Euristeo, encontró a Prometeo y atravesó con su flecha al águila. Zeus no se opuso a la liberación de Prometeo, pero para que su juramento no quedara en vano, mandó a Prometeo hacerse un anillo con un trozo de la cadena que lo había sujetado a la roca, y un fragmento de esta, que debería llevar siempre en su dedo. Prometeo a su vez ayudó a Heracles a cumplir con el trabajo que le había encomendado Euristeo diciéndole cómo podía robar las manzanas de oro de las Hespérides.

El centauro Quirón era inmortal, pero había sido herido por una flecha y sufría intensos dolores sin contar con la perspectiva del alivio que trae la muerte. Necesitaba de algún mortal que aceptara su don de la inmortalidad para poder dejar de sufrir. Prometeo acordó aliviarlo convirtiéndose en inmortal y Zeus aceptó. Zeus debía agradecerle a Prometeo la advertencia acerca de que si alguna vez tenía un hijo con Tetis, este sería más poderoso que él y lo destronaría.


Prometeo, que como ya se dijo gozaba del don profético, le explicó a su hijo Deucalión cómo debía salvarse del diluvio que descargaría Zeus sobre la Tierra para exterminar a los humanos. Un nuevo acto de su parte en favor de los mortales.



Ilustración: "Quirón al galope". Acrílico en papel de 50 x 35 centímetros. Por Omar Caíno


Fuentes: 
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robert Graves: Los mitos griegos
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega



domingo, 2 de febrero de 2014

Teseo y la amazona Antíope

Según unas versión Teseo luchó contra las amazonas cuando Heracles encabezó una expedición a sus tierras en busca del cinturón de su reina Hipólita, en el marco de los doce trabajos que debió cumplir para Euristeo, para purificar el asesinato de sus hijos. Pero otros dicen que Teseo fue después, acompañado por su amigo Pirítoo y otros más. Las amazonas se sintieron encantadas de la visita y su reina Antíope fue a llevarle regalos a su barco. Entonces, cuando Antíope ya estaba abordo, Teseo ordenó súbitamente que zarparan y la raptó.

Oritía, la hermana de Antíope, enfurecida, prometió vengarse. Hizo un pacto con los escitas, reunión un gran ejército de amazonas y se dirigió a Atenas. Cruzaron el estrecho del Bósforo, el Danubio, Tracia, Tesalia y Beocia. Acamparon en el Areópago de Atenas y se se aseguraron de que la ciudad no recibiera ayuda del Peloponeso a través del istmo de Corinto.

Pasaron algunos días antes de que las dos fuerzas se enfrentaran. En tanto Teseo ofreció sacrificios a Fobos, hijo de Ares, por consejo de un oráculo. Se dice que el ala derecha del ejército de Teseo atacó el ala izquierda de las fuerzas de las amazonas pero fue rechazada y tuvo que retroceder, pero el ala izquierda del ejército de Teseo atacó con éxito el ala derecha de las amazonas, que tuvo que replegarse sufriendo muchas bajas.

Según una versión, Antíope, transformada ahora en esposa de Teseo, luchó heroicamente al lado de él, hasta que una flecha lanzada por una tal Molpadia, la mató. Teseo en venganza por su muerte, mató a Molpadia. Antíope y Molpadia fueron enterradas cerca del templo de Gea, la madre tierra.

Vencida, se dice que Oritía con unas cuantas compañeras huyó a Megara, donde murió de pena. Y que otras amazonas sobrevivientes, que huyeron de Atenas, se asentaron en Escitia. 

Según otra versión sólo al cabo de cuatro meses de haber librado un intenso combate, los atenienses acordaron un armisticio con las amazonas.

Pero hay autores que sostienen que Antíope sobrevivió a la batalla y que Teseo debió matarla, tal como había anticipado un oráculo, cuando necesitó hacerse aliado de Deucalión, rey de Creta, y casarse con la hermana de este, Fedra. Antíope no era la esposa legal de Teseo, y entró en el banquete nupcial de este y Fedra totalmente armada, amenazando con matar a los invitados. Entonces Teseo y sus compañeros cerraron las puertas de la estancia y al cabo de un horrendo combate la mataron, a pesar de que Antíope le había dado un hijo, Hipólito, y que jamás se había acostado con ningún otro hombre.


Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos.


miércoles, 29 de enero de 2014

Orión, un héroe griego venido a menos

Según Robin Hard, Orión en épocas arcaicas fue un héroe de primer orden, pero con el tiempo su mito decayó y fue ampliamente superado en fama e importancia por héroes como Perseo y Heracles.

Existen al menos dos versiones de su nacimiento. Según una nació en Creta, hijo de Poseidón y Euríale, que era hija de Minos. De su padre recibió el don de poder caminar sobre la superficie del mar.

Según la otra versión, nació de la tierra. Hirieo un pobre apicultor y labrador viudo, que ya estaba viejo e impotente, y no tenía hijos, una vez recibió en su casa a Zeus y Hermes, que fueron disfrazados, y los atendió muy bien. Ellos quisieron agradecer su hospitalidad y le preguntaron cuál era el deseo que le hubiera gustado más que se cumpliese. Hirieo dijo que su mayor deseo era tener un hijo. Entonces los dioses le recomenaron que sacrificara un toro, orinara en su cuero y luego lo enterrara en la tumba de su esposa. Al cabo de nueve meses un niño brotó de la tierra. Hirieo lo llamó Urión, palabra que según Robin Hard derivaría del verbo griego que aludía tanto a la acción de eyacular como a la de orinar, y según Robert Graves quiere decir "el que orina". Aunque sería más razonable que quisiera decir "el orinado". Luego, por delicadeza, le hicieron un pequeño cambio a su nombre.

Orión era un gigante. Homero dice que fue el más hermoso de los mortales. También era un gran cazador. Se casó con Side, que estaba tan orgullosa de su hermosura que dijo ser más hermosa que Hera. La diosa castigó su vanidad enviándola aún joven al mundo de los muertos; una forma de decir que la mató.

El siguiente episodio importante de la historia de Orión se desarrolló en la isla de Quíos. A Quíos había llegado Enopión, hijo de Dionisio y Ariadna, procedente de Naxos, y se había convertido en su rey. Quíos era famosa por su vino y se decía que Enopión había introducido en ella la vinicultura, e incluso que en esa isla habían sido los primeros en producir vino tinto, habiendo sido su maestro el propio Dionisio. Orión llegó a Quíos y se enamoró de Mérope, hija del rey Enopión y por lo tanto nieta de Dionisio.  Enopión puso como condición para darle su mano, que Orión limpiara el lugar de las bestias salvajes que amenazaban a los pobladores. Entonces Orión recurrió a sus dotes de cazador. Todas las noches le llevaba a Mérope las pieles de los animales que mataba. Cuando la isla quedó libre de la amenaza, Orión reclamó el pago por sus trabajos, pero Enopión recurrió a ciertos rumores para no cumplir su promesa. Dijo que había recibido informes de que todavía había leones y lobos en algunos lugares. Según parece Enopión no quería que Mérope se casara con Orión porque él mismo estaba enamorado de su hija. Orión se disgustó mucho por eso y bebió un pellejo de vino. Y embriagado entró al dormitorio de Mérope y la violó. Al enterarse de eso Enopión embriagó a Orión, le arrancó los ojos y lo abandonó en la playa. Un oráculo le dijo a Orión que recuperaría los ojos si viajaba hacia el este y miraba al sol en el punto exacto en que se levanta todas las mañanas. Entonces Orión consiguió una pequeña embarcación y remó hacia la isla de Lemnos, donde tiene su taller Hefesto. Para llegar hasta allí se orientó por el ruido de los golpes del martillo de un cíclope.

Según otra versión, Orión no viajó hacia la isla de Lemnos en barco, sino que lo hizo caminando, haciendo uso del poder que le había otorgado su padre Poseidón. Aquí Orión vagó desesperado y a ciegas por el mar Egeo. En Lemnos encontró al taller de Hefesto. El dios, compadecido de Orión, le facilitó a su asistente Cedalión como guía. Orión lo cargó sobre sus hombros y fue caminando por el mar, llevando a Cedalión que lo orientaba, a cuestas. Así llegaron al punto donde sale el sol, Orión miró sus rayos en el momento en que iniciaba su viaje por el cielo y recuperó sus ojos, y volvió a ver. Orión volvió entonces a Quíos para vengarse de Enopión, pero no lo halló porque este se había escondido en una cámara subterránea que le había construido su pueblo o Hefesto para protegerlo de las amenazas.

A continuación Orión fue raptado por Eos, la aurora, hermana de Helio, enamorada de él. Se lo llevó a la isla de Delos y yació con él.

A Orión lo mató Ártemis, pero no hay consenso sobre la forma y las circunstancias. Según una versión por haber tratado de violar a Opis, una de sus sacerdotisas vírgenes.  O porque los dioses rechazaban las relaciones sexuales entre diosas y hombres mortales. Según otra versión Orión trató de violar a la propia Ártemis, que se defendió enviando contra él un escorpión que lo picó en el talón. En recompensa a sus servicios, Ártemis colocó al escorpión en los cielos. Es la constelación de Cáncer, que persigue eternamente a la constelación de Orión.

En una de las tantas versiones sobre la muerte de Orión, el escorpión es un animal gigante e invulnerable que Gea, la madre tierra, envia contra él, al que no pueden hacer daño las flechas ni la espada de Orión, quien después de atacarlo inútilmente debe huir por el mar.

 Ilustración: "Orión, el cazador, en el cielo". Acrílico en papel de 50 x 35 centímetros. Por Omar Caíno.

Fuentes:
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega