En Epiro
vivía Équeto, un rey cruel y brutal. Se dice de él "espanto de los
mortales". Cuando Odiseo aún no había recuperado el trono en Ítaca, y
vivían en su palacio los pretendientes de Penélope, el principal de estos,
llamado Antínoo, había amenazado a un mendigo de nombre Iros para forzarlo a
hacer lo que él quería con enviarlo a Équeto. Le había dicho que Équeto le
cortaría la nariz, las orejas, y le arrancaría los genitales para dárselos de
comer a los perros.
Lo que se
conoce de Équeto es lo siguiente. Su hija Métope había tenido amores con un tal Ecmódico.
Cuando Équeto se enteró, mutiló o hizo mutilar a Ecmódico (¿lo castró?), y a Métope
la cegó clavándole en los ojos agujas de bronce. Luego la encerró en una torre y
le dio granos de cebada hechos de bronce o de hierro, y un pesado molino, y prometió
que si lograba molerlos y hacer harina con ellos, recuperaría la vista.
Fuentes:
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega
Robert Graves, Los mitos griegos
Pierre Grimal, Diccionario de la mitología griega y romana
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