Prometeo
era primo de Zeus. Su padre fue el titán Jápeto y su madre Clímene, hija de
Océano. Tuvo tres hermanos: Atlante, Menecio y Epimeteo.
Según
cuentan algunas fuentes Prometeo creó a los hombres moldeándolos (supuestamente
no a las mujeres) con arcilla. Esto explicaría su continuo compromiso en favor
de los mortales.
Durante la
guerra entre los titanes y los dioses del Olimpo, llamada Titanomaquia,
previendo el triunfo de Zeus (Prometeo tenía el don profético) se puso del lado
de los olímpicos, y convenció a su hermano Epimeteo de que hiciera lo mismo,
evitando así el castigo que sufrieron sus otros dos hermanos, que se alinearon
con los titanes.
Atenea le
enseñó muchas artes y ciencias. Astronomía, matemáticas, arquitectura,
navegación, metalurgia, medicina, etc. y él a su vez le transfirió esos
conocimientos a los hombres, ganándose la enemistad con Zeus, que no veía eso
con buenos ojos.
Cuando aún
no se había establecido qué partes de un toro sacrificado correspondía a los
mortales y qué parte a los dioses, y a raíz de una discusión al respecto, Prometeo
preparó dos sacos con el cuero de un toro, en uno metió adentro la carne y las
entrañas del animal y lo recubrió con el estómago, que es la parte menos
apetecible. En el otro saco puso los huesos y los recubrió con la grasa. Le dio
a elegir a Zeus cuál de los dos sacos prefería. Y Zeus eligió imprudentemente el
que tenía arriba la grasa. Al descubrir que debajo había solo huesos (a partir
de ese momento los huesos y la grasa fueron las partes de los animales
sacrificados ofrecidas a los dioses), castigó a
Prometeo negándose a enviar nunca más el fuego a los hombres (uno de los
atributos de Zeus es el rayo) para que los hombres tuvieran que comer la carne
cruda. Entonces Prometeo rogó a Atenea que lo dejara entrar al Olimpo, y allí
robó el fuego negado, se dice que tomando un trozo de carbón al rojo del carro tirado
por caballos en el que diariamente viaja Helio, el sol, o de la fragua de
Hefesto. Al saberlo Zeus castigó a los
hombres enviándoles a Pandora, y a Prometeo encadenándolo al Cáucaso.
Pandora fue
la primera mujer. En su creación participaron todos los dioses. Fue obsequiada
a los hombres como un castigo. Hefesto, por orden de Zeus, la modeló a partir
del barro, los cuatro vientos le dieron vida, y el resto de los dioses la
embellecieron y adornaron. Fue hecha hermosa, graciosa, con gran habilidad
manual y poder de persuasión, y Hermes puso en su corazón la astucia y el engaño.
Fue enviada al mundo para provocar la discordia entre los hombres. Zeus se la
regaló a Epimeteo, el hermano tonto de Prometeo, y aunque este le había
advertido que no aceptara regalos de Zeus, Epimeteo la hizo su mujer. Entonces
existía una caja cerrada que contenía todos los males. La vida hasta ese
momento era dulce y benigna. La curiosidad de Pandora la llevó a retirar la
tapa para saber qué contenía, y los males quedaron libres por el mundo atormentando
a la humanidad.
En castigo
al robo del fuego Zeus también sujetó a Prometeo a una gran roca en el Cáucaso
con cadenas de acero, y envió a un águila a devorarle el hígado. El águila le
devoraba el hígado de día, en tanto que de noche a Prometeo le volvía a crecer,
de modo que su tormento no tenía fin. Zeus prometió que jamás desataría a
Prometeo de esa roca, pero cuando Heracles pasó por el Cáucaso para cumplir uno
de los doce trabajos que debía cumplir para Euristeo, encontró a Prometeo y
atravesó con su flecha al águila. Zeus no se opuso a la liberación de Prometeo,
pero para que su juramento no quedara en vano, mandó a Prometeo hacerse un
anillo con un trozo de la cadena que lo había sujetado a la roca, y un
fragmento de esta, que debería llevar siempre en su dedo. Prometeo a su vez ayudó
a Heracles a cumplir con el trabajo que le había encomendado Euristeo
diciéndole cómo podía robar las manzanas de oro de las Hespérides.
El centauro
Quirón era inmortal, pero había sido herido por una flecha y sufría intensos dolores
sin contar con la perspectiva del alivio que trae la muerte. Necesitaba de
algún mortal que aceptara su don de la inmortalidad para poder dejar de sufrir.
Prometeo acordó aliviarlo convirtiéndose en inmortal y Zeus aceptó. Zeus debía
agradecerle a Prometeo la advertencia acerca de que si alguna vez tenía un hijo
con Tetis, este sería más poderoso que él y lo destronaría.
Prometeo,
que como ya se dijo gozaba del don profético, le explicó a su hijo Deucalión
cómo debía salvarse del diluvio que descargaría Zeus sobre la Tierra para
exterminar a los humanos. Un nuevo acto de su parte en favor de los mortales.
Fuentes:
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robert Graves: Los mitos griegos
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