Guarda griega

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martes, 24 de diciembre de 2013

Helio y su hijo Faetón: el carro del Sol



Helio en la mitología griega es el sol. No se lo considera una divinidad como los dioses olímpicos. Es más bien la personificación de un elemento natural. Sus padres son el titán Hiperión y la titánide Tía, y sus hermanos Selene (la luna), y Eos (la aurora). Posee un carro tirado por cuatro caballos muy veloces con nombres que recuerdan la luz, el fuego y la llama. Todas las mañanas, despertado por el canto del gallo, y precedido por el carro de Eos, sale de su lujoso palacio, en la India o en Oriente, en su carro y recorre un estrecho sendero que pasa por el centro del cielo. Los caballos recorren toda la bóveda celeste y al anochecer, muy cansados, se refrescan en el océano. Helio llega entonces a un palacio no menos lujoso que el oriental, que tiene en Occidente.  De noche realiza el camino inverso; ahora marcha al Oriente. Pero ya no por el cielo, según algunos lo hace por debajo de la tierra y según otros por el mar. En este último caso viaja en una barca de oro con forma de copa, que le hizo el dios Hefestos, que transporta también su carro y sus caballos. Le ha sido consagrada la isla de Rodas y la isla de Sicilia. Tuvo siete hijos con la ninfa Rodo y tuvo también hijos con otras esposas o amantes. Helio no tiene poder para vengarse de las afrentas y pide a los dioses que actúen por él cuando debe hacerlo, a veces amenazando con retirarse debajo de la tierra. Helio, en sus viajes por el cielo, puede ver todo lo que ocurre debajo suyo, pero dicen que no es muy observador.

Faetón (el Radiante), es hijo ilegitimo de Helio y de la oceánide Clímene. Siguiendo principalmente el relato que hace Ovidio, no supo quién era su padre hasta que Clímene se lo reveló. Faetón lo contó orgulloso y un compañero dijo que era un mentiroso. Clímene le confirmó que le había dicho la verdad y le aconsejó que fuera a visitar a Helio. Faetón fue a su palacio de Oriente. Helio lo recibió muy amablemente y lo reconoció como hijo. Entonces Faetón le pidió que le permitiera conducir el carro con el que diariamente recorría los cielos. Su padre era renuente a permitírselo, pero finalmente cedió. Faetón comenzó la recorrida por el camino que se le había indicado, pero pronto se asustó de las alturas que atravesaba. También lo asustó la proximidad de los animales del zodíaco. O se dice que no pudo controlar los vigorosos caballos. Descendió demasiado y por poco quema la Tierra, subió más de la cuenta y todo el mundo empezó a temblar de frío. Los astros o la Tierra (Gea) se quejaron a Zeus, que para evitar un cataclismo universal lo hizo precipitar en el río Erídano (o en el Po). Sus hermanas, las Helíades, lloraron tanto en su funeral que fueron convertidas en álamos.

Fuentes:
Pierre Grimal, "Diccionario de mitología griega y romana".
Robert Graves: "Los mitos griegos".
Robin Hard: "El gran libro de la mitología griega".


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