Cuenta Robert Graves en "Los mitos griegos", que Celobis y Bitón eran hijos de una sacerdotisa consagrada a la diosa Hera, que debía realizarse un ritual en honor de la diosa, y los bueyes que tiraban del carro sagrado no habían regresado del campo. Entonces Cleobis y Bitón tomaron el lugar de los bueyes ausentes y arrastraron el carro ocho kilómetros (cinco millas). Complacida su madre por el amor filial que habían demostrado sus hijos, pidió a Hera que los premiase con el mejor regalo que podía otorgarle a un mortal. Y cuando terminó el ritual los dos jóvenes fueron al templo, donde se quedaron dormidos para no despertar nunca más.
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