Guarda griega

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sábado, 18 de julio de 2015

El secreto de Midas y la indiscreción de su peluquero

Midas fue un rey de Frigia. Un personaje que se hizo famoso por una desgracia que le sucedió por propia responsabilidad, originada por un pedido al dios Dionisio, y que consistía en convertir todolo que tocase en oro. Pero esa historia más conocida de Midas no se aborda aquí. Hay otra desventura en su vida que en esta sección importa.

Una vez, errando por los bosques, Midas se encontró en el monte Tmolo, de Frigia, cuando se desarrollaba la famosa competencia musical entre el dios Apolo y el sátiro Marsias (o Pan), y que terminó tan cruelmente para Marsias, que hasta puede ensombrecer la imagen del dios.


Tmolo, dios del monte del mismo nombre, era el juez de la competencia y decidió otorgar la victoria
a Apolo. Todos estuvieron de acuerdo salvo Midas, que opinó que la decisión del juez había sido injusta, o que debería haber ganado Marsias, porque la música del sátiro lo había conmovido. A Apolo ese comentario lo irritó y le dijo a Midas:

"Cual tuviste el corazón a la hora de juzgar, tales tendrás también las orejas." (1)

Y le hizo crecer orejas de burro. Orejas largas, cubiertas de pelo, que Midas podía mover a voluntad . A partir de ese momento Midas ocultó esas orejas. Llevaba siempre puesto un gorro en la cabeza para taparlas. Durante años consiguió su propósito y nadie sospechó. Pero llegó un día en que su peluquero (barbero) no logró guardar el secreto. Midas lo había amenazado con la muerte si lo llegaba a revelar. El peluquero, hablador como es característico de su oficio, no podía callar totalmente eso que sabía de Midas sólo él. No podía callar que el rey, al que sus súbditos respetaban y se sometían, tenía semejantes orejas. Entonces, una vez que el deseo de expresarlo en palabras fue incontenible, hizo un pozo en la tierra y cuando estuvo completamente seguro de que nadie había en los alrededores que lo pudiera escuchar, le dijo a la tierra en voz muy baja:

"El rey Midas tiene orejas de burro."

A continuación, para eliminar cualquier riesgo, por minúsculo e improbable que fuese, tapó el pozo y se fue mucho más aliviado, creyendo que nadie podría contar lo que había dicho. Pero las cañas que crecían o crecieron por ese lugar pronto divulgaron el vergonzoso secreto del rey. Que se esparció por la comarca con el viento. Así, según la versión que da Graves de la historia, Midas al saberse traicionado, condenó a muerte al peluquero y se quitó la vida bebiendo sangre de toro, que por aquella época se consideraba un poderoso veneno.

Por supuesto que Apolo al colocarle a Midas orejas de burro está diciendo que no sabe escuchar, que Midas es un burro para la música. Este mito, por otra parte, está saturado de elementos vinculados con el sonido y la audición. El deseo del peluquero de contar el secreto, contarlo a un agujero en la tierra, para que el sonido no se amplifique, sino todo lo contrario. Las cañas, cuyo sonido, cuando son agitadas por el viento, puede asociarse a un coro de voces. Lo que es pertinente para una historia que un desenlace o una consecuencia de una competencia musical.



Fuentes:
Higino: Fábulas (Editorial Gredos) (1)
Pierre Grimal, Diccionario de mitología griega y romana
Robert Graves: Los mitos griegos
Robin Hard: El gran libro de la mitología griega
Ovidio: Metamorfosis




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