Cuenta Robert Graves en "Los mitos griegos", que Celobis y Bitón eran hijos de una sacerdotisa consagrada a la diosa Hera, que debía realizarse un ritual en honor de la diosa, y los bueyes que tiraban del carro sagrado no habían regresado del campo. Entonces Cleobis y Bitón tomaron el lugar de los bueyes ausentes y arrastraron el carro ocho kilómetros (cinco millas). Complacida su madre por el amor filial que habían demostrado sus hijos, pidió a Hera que los premiase con el mejor regalo que podía otorgarle a un mortal. Y cuando terminó el ritual los dos jóvenes fueron al templo, donde se quedaron dormidos para no despertar nunca más.
"Mitología y guardas". Relatos de la mitología griega y romana ilustrados con guardas decorativas y algún dibujo.
Guarda griega
sábado, 30 de noviembre de 2013
martes, 26 de noviembre de 2013
Heracles (Hércules) y Telamón: la dudosa moral de los héroes antiguos
Cuando Heracles, Hércules para los romanos, asediaba la ciudad de Troya, esto es antes de la famosa guerra entre aqueos y troyanos desatada por el rapto de Helena y resuelta a través del truco griego del caballo, cuando Heracles estaba allí, frente a Troya, por una cuenta pendiente que tenía con él el rey troyano Laomedonte, entonces digo, Telamón, que había sido uno de los compañeros de Heracles en la aventura de los argonautas y se contaba entre sus más fieles camaradas, entró primero en la ciudad, después de que Heracles diera la orden, Heracles lo siguió furioso. Había penetrado por la muralla occidental, construída por su padre Eaco, el único mortal entre los constructores de las murallas de Troya (los otros dos habían sido Poseidón y Apolo), y por lo tanto la muralla más débil. Heracles estaba irritado por haber sido despojado del honor de ser él el primero en entrar. Al ver Telamón a Heracles con la espada desenvainada apuntando a sus partes vitales, reaccionó rápida y astutamente. Se puso a recoger y apilar piedras caídas de la muralla. Heracles entonces le gritó qué estaba haciendo. Telamón le dijo que construía un altar dedicado a Heracles Vencedor. Heracles le agradeció brevemente, le perdonó la vida, y siguió corriendo.
Fuentes:
Robert Graves - Los mitos griegos - Alianza Editorial
lunes, 25 de noviembre de 2013
Nauplio el Destructor
Nauplio era
un gran navegante y los reyes recurrían a sus servicios cuando querían sacarse
de encima a algún miembro incómodo de su familia. Así una vez Aleo le entregó
a su hija Auge, que había sido seducida por Heracles (Hércules) para que la
ahogase. Auge durante el viaje fue madre de Télefo. Nauplio, compadecido, en
lugar de ahogarla se la dio a unos mercaderes para que la llevaran a Misia (Anatolia). En
otra ocasión Catreo le confió a sus dos hijas, Aérope y Clímene, para que las
arrojara al mar, ya fuera porque se habían unido a esclavos o porque un oráculo
le había advertido que moriría a causa de uno de los hijos de ellas. En este caso
Nauplio entregó a Aérope a Atreo y él se
casó con Clímene. Con Clímene tuvo tres hijos: Palamedes, Eax y
Nausimedonte. Palamedes marchó a la guerra de Troya, y debido a una treta sucia
de Odiseo (Ulises), que lo odiaba por motivos personales, fue lapidado por los griegos. Nauplio dedicó el resto de su vida a la venganza. De regreso de Troya incitó
a las esposas de los caudillos de los ejércitos griegos, ausentes por la contienda, al adulterio. Su
éxito más notable fue el caso de Clitemnestra, esposa de Agamenón, jefe de los griegos, pero también logró su propósito con Meda, la esposa de
Idomeneo, y con Egialea, la esposa de Diomedes (1). También incitó al adulterio a Penélope, esposa de Odiseo, pero no lo consiguió. Otra forma más terrible de buscar venganza tuvo lugar durante el regreso de los griegos a su patria. Cuando la parte más
importante del ejército griego llegaba al sur de la isla de Eubea, en un lugar con arrecifes, Nauplio por la noche encendió una gran fogata, los griegos creyeron que era una señal que
buscaba guiarlos para que llegasen a salvo a la costa y sus barcos se
estrellaron contra las rocas. En ese naufragio pereció Ayax. Este relato se
basa en la narración que hace Pierre Grimal en el "Diccionario de mitología
griega y romana" (Paidós). Allí cuenta que Apolodoro refiere que la muerte
de Nauplio se debió a un acto de sabotaje análogo al que él había cometido contra la flota griega, pero se ignoran los detalles.
Robert Graves en "Los mitos griegos" lo llama "Nauplio el Destructor"
Robert Graves en "Los mitos griegos" lo llama "Nauplio el Destructor"
domingo, 24 de noviembre de 2013
Marsias y Apolo: el certamen musical
Se dice que
la diosa Atenea inventó la flauta doble, hecha de huesos de ciervo. La tocó en
una fiesta de los dioses y notó que Hera y Afrodita se reían de ella, aunque la
música parecía ser hermosa. Abandonó entonces la reunión y fue a un bosque
Frigio donde se puso a tocarla contemplando su reflejo en las aguas de un río.
Entonces comprendió el motivo de las risas. Su cara se veía absurdamente deformada
por el acto de tocar la flauta. La diosa en ese momento la arrojó y maldijo al que la recogiera. Tiempo
después encontró el instrumento el sátiro frigio Marsias, que se dice formaba
parte del cortejo de la diosa Cibeles. Robin Hard (1) cuenta que Marsias aprendió
a tocar esa flauta llegando a ser un virtuoso. Robert Graves (2) en cambio
sostiene que la flauta tocaba por sí sola inspirada por la música que había
tocado en ella antes Atenea. Marsias recorrió Frigia siguiendo a Cibeles tocando su música. Los
campesinos consideraban que era muy hermosa, que ni
siquiera se le igualaba la música que el dios Apolo tocaba con su lira, y Marsias
cometió la torpeza de no desmentirlos. Celoso el dios lo desafió a un
certamen. Marsias con su flauta doble, Apolo con la lira. Las Musas serían el
jurado. Quien venciera podría imponer el castigo que quisiese al otro. Marsias
aceptó. La competencia resultaba equilibrada y las Musas no se decidían por
ninguno de los dos contendientes, entonces Apolo le propuso otra prueba. Tocar el instrumento
de manera invertida y Marsias aceptó. Apolo pudo, pero obviamente el sátiro no, porque no se puede soplar una flauta por la boca por donde sale el sonido.
Apolo le impuso como castigo que fuese desollado vivo. Colgó a Marsias de un pino (en
algunas versiones de un plátano) y le quitó la piel. Junto a ese árbol
pasa un río que ahora se llama Marsias.
(1) Robin Hard,
El gran libro de la mitología griega. La esfera de los libros.
(2) Robert
Graves, Los mitos griegos. Alianza Editorial.Eveno y los pretendientes de Marpesa: las carreras de carros
Robert
Graves cuenta en "Los mitos griegos"
que Marpesa era hija de Eveno, un rey de Etolia (1) y de Alcipe. Para que Marpesa no se casara y se mantuviera
virgen, Eveno retaba a sus pretendientes a correr con él una carrera de
carros. Las corría individualmente con cada uno. Si el pretendiente vencía, ganaba el derecho a casarse con Marpesa, si perdía Eveno le cortaba
la cabeza. Las carreras las corría con los pretendientes por turnos. Graves
dice que pronto hubo muchas cabezas de pretendientes de Marpesa clavadas en las paredes de la residencia de Eveno. El
dios Apolo se enamoró de la hija de Eveno y estaba en desacuerdo con esa competencia
establecida por el rey, a la que consideraba salvaje. Había decidido poner fin a
ella venciéndolo en una carrera. Pero también Idas se había enamorado de Marpesa, quien era hijo de Afareo, rey de Mesene, y de Arene (2). Idas le pidió a
Poseidón, su verdadero padre, un carro alado. Adelantándose a Apolo fue a Etolia y raptó a Marpesa
"de entre un grupo de bailarinas". Eveno lo persiguió, pero no pudo
alcanzarlo. Fue tanta la desazón que sintió el rey de Etolia al darse cuenta de que había
perdido a su hija Marpesa, que Eveno mató a sus caballos y se suicidó ahogándose en el
río Licormas, que a partir de ese momento se llama Eveno. Apolo quiso quitarle a Idas la muchacha.
Lucharon pero Zeus los separó y decidió que Marpesa decidiera con quién quería
quedarse. Ella eligió a Idas, que era mortal, porque sabía que el dios Apolo abandonaba a sus amadas cuando ellas envejecían.
(1) Eveno
era hijo de Ares, el dios de la guerra, y de Demonice.
sábado, 23 de noviembre de 2013
Lamia, devoradora de niños
El
"Diccionario de Mitología Griega y Romana" de Pierre Grimal (Paidós) dice
que uno de los personajes con ese nombre era una muchacha de Libia, hija de
Belo y Libia. Zeus había sido su amante, pero cada vez que Lamia tenía un hijo, Hera,
la esposa de Zeus, por celos los hacía morir. Finalmente Lamia fue a
esconderse en una cueva solitaria, y debido a la desesperación se transformó en
un monstruo que envidiaba a las madres con más suerte que ella, cuyos hijos
robaba y comía. Hera, implacable en sus celos, incluso la había privado del
sueño, y Zeus, compadecido, le otorgó la facultad de quitarse los ojos para
colocárselos luego según quisiera. Grimal dice que en ciertos momentos,
principalmente cuando Lamia había bebido mucho vino, dormía colocando sus ojos
a un lado, dentro de una vasija. En esos momentos era inofensiva, pero en otras
ocasiones vagaba día y noche sin dormir, buscando niños para comérselos.
Robert
Graves en "Los mitos griegos" (Alianza Editorial) cuenta que tiempo
después de estas desventuras Lamia se sumó a unas criaturas llamadas Empusas, que yacían con
jóvenes, y mientras estos dormían les chupaban la sangre. Pierre Grimal también
menciona a esa especie de vampiro femenino, al que llama Lamia, pero
supone que era un género de criatura diferente y sin conexión con la amante de Zeus, devoradora de niños.
Ilustración: "Lamia", de Omar Caíno
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