Melampo fue
un gran adivino que tuvo como descendientes adivinos de renombre. Amaba a su
hermano llamado Bias.
Se cuenta
que los poderes proféticos y la facultad de entender lo que dicen los animales, Melampo
los adquirió de la siguiente manera. Cuando era joven vivía en el
campo, en Pilos. Unos de sus sirvientes una vez encontraron el nido que unas serpientes
habían hecho en el hueco de un roble, cerca de la casa, y las mataron. Al enterarse
Melampo recogió unos leños y quemó sus restos. También se hizo cargo del
cuidado de sus crías. Tiempo después, mientras Melampo dormía, tal vez en agradecimiento las serpientes que criaba lamieron sus oídos.
Bias estaba
enamorado de Pero, hija de Neleo, que como tenía muchos pretendientes su padre
había impuesto como condición que Pero se casaría sólo con aquel que le diera
a él los ganados del rey Fílaco, que vivía en Tesalia. Como robar ese ganado era una tarea muy
difícil, porque lo custodiaba un perro que era un excelente guardián que nunca
dormía, Bias pidió ayuda a su hermano. Melampo
vaticinó que él conseguiría los ganados, pero sólo a costa de un año de
prisión. Entonces fue a robarlos, lo detuvieron y encarcelaron. Cuando se había
cumplido el año, una vez escuchó a dos gusanos de la madera hablar. Uno preguntó cuáles eran los pilares del calabozo que le faltaba carcomer, y
el otro contestó que ninguno. Entonces Melampo pidió que urgentemente lo
cambiasen a otro lugar. Y cuando lo trasladaron, el calabozo se derrumbó. Informado del suceso Fílaco, se dio cuenta que
Melampo era un adivino y fue a verlo.
Le contó
que su hijo Íficlo era impotente. Si Melampo lo curaba prometió que no
sólo le devolvería su libertad sino que le daría el ganado. Melampo aceptó el
trato, sacrificó a Apolo dos toros y quemó sus fémures en su propia grasa.
Luego dejó los despojos de los animales frente al altar. Dos buitres
se les acercaron y se pusieron a conversar entre sí. Dijeron que la
impotencia de Fílaco se debía a que cuando era niño había acompañado a su padre al campo, que debía castrar unos carneros. En determinado momento Íficlo había
hecho una travesura, entonces Fílaco lo había asustado corriéndolo con el cuchillo
ensangrentado. Para curarlo, le dijo uno de los buitres al otro, se debía encontrar ese cuchillo,
que había quedado clavado en el tronco de un roble sagrado o de un peral
salvaje, y al que la corteza del árbol con los años lo había cubierto completamente
dejando a la vista sólo el mango, se debía recuperar, y debía rasparse el óxido
que había dejado en el metal la sangre de los carneros castrados, y hacérselo
beber a Íficlo mezclado con agua.durante diez días. Así lo hizo Fílaco y al
tiempo Íficlo le dio un nieto llamado Podarces. Fílaco cumplió su promesa, le dio la libertad y el ganado al adivino, y
Melampo así pudo conseguir que Bias se casara con Pero.
Fuentes:
Robin Hard, El gran libro de la mitología griega